"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


lunes, 19 de septiembre de 2011

AQUI ESTOY



Te he idealizado
Tal vez porque te has hecho
Invisible, inalcanzable, intocable.
Pero yo insisto en pensarte
En creerte tan cerca
Como que me hablas al oído
Mientras desfilamos
A un ritmo sin prisa
Por una calle añeja
Al caer una tarde de otoño.

Te hablo y espero que respondas.
Llamarte es mi impulso natural
Cuando me asalta la ansiedad,
Mi mente se recrea pensándote.

Antes pensaba de ti como un príncipe
Pero ahora eres también mi héroe

Te conocí fuerte
Y te conozco frágil
Pero lo que importa
 es que te conozco.

domingo, 11 de septiembre de 2011

ANALFABETISMO CON ROSTRO DE MUJER- EL PAPEL DE LA IGLESIA


En los tiempos Bíblicos y en la Iglesia Primitiva, la mayoría de las personas no sabían leer. La historia Bíblica fue escrita para ser leída en voz alta a las masas y era cantada o murmurada y asimilada por las personas. Jesús, un maestro comunicador, usaba relatos y símbolos para enseñar a las multitudes.

Cuatro mil millones de personas aún hoy, aprenden a través de escuchar y no de leer. Muchas mujeres alrededor del mundo son principalmente comunicadoras orales, donde la comunicación verbal es el método preferido de enseñanza y aprendizaje. Algunas mujeres hablan varios idiomas y son capaces de memorizar gran cantidad de información. Muchas que están aprendiendo a leer luchan para comprender lo que leen. Mientras que algunas comunicadoras orales pueden leer y escribir, muchas no. Las personas en sus comunidades raramente usan estas habilidades para comunicarse sobre una base diaria en sus relaciones y transmitir valores y verdades. 

Comunicadores orales que sinceramente quieren seguir a Jesús a menudo están sin una enseñanza propia porque son pocos los que les pueden enseñar oralmente. Necesitan escuchar las verdades de la Biblia a través de métodos de comunicación familiares para ellos, tales como relatos, canciones y repeticiones. Cuando las escuchan en  maneras que ellos las entienden, las asimilan y pueden responder a la voz del Espíritu Santo y recibir la salvación y dirección en su diario vivir a través de Jesucristo. 

Mucho se cuestiona hoy en día que la iglesia esté envuelta en la educación y las políticas públicas tienden a querer desligar a los sistemas educativos de las instituciones religiosas. Pero no podemos esconder el significativo aporte que hace la comunidad de fe cuando se propone ser un agente de transformación por medio de hacer disponible a las comunidades pobres , de centros donde desde temprano los niñas tienen la oportunidad, quizá no con toda calidad que se requiere, pero obtienen una educación básica que de otra manera no lograrían. 

Es una pena que los porcentajes destinados a la educación en los presupuestos de nuestros países sean usualmente muy pequeños en proporción con la real necesidad.  Entonces vale el esfuerzo que haga la iglesia para ayudar, aunque sea una persona a la vez. 

Conservo la foto de aquella mujer cristiana que en una actividad en su pueblo se me acercó y me dijo que oía nuestros programas de radio, y que oírlos la impulsaba a querer leer la Biblia, pero no sabía leer. Se propuso aprender. Le pidió a un tío suyo que le regalara una biblia. Su tío primero se rió un poco incrédulo que ella pudiera sacarle provecho alguno a una biblia que no podría leer. Sin embargo, ella compró también un libro de alfabetización, y por sí misma, sin tutor, fue aprendiendo. Su testimonio lo publicamos hace tiempo en un boletín, como un ejemplo de lo que es posible lograr cuando no nos resignamos a vivir en desventaja, teniendo las facultades mentales para superarnos. 

 Si estas entre las mujeres limitadas por la necesidad de educación, da un paso, busca las organizaciones que ofrecen este servicio, y esfuérzate! Es posible aprender y progresar.

DESTELLOS DE INFANCIA



Los recuerdos son vagos, muy vagos y distantes. A veces me asaltan como si un relámpago iluminara el pasado y quisiera transportarme hasta allá. Tendría seis, tal vez siete años. Vivía en casa de la abuela Tatica. Su marido, el marino mercante Simón López (Pucho), no era mala persona, pero tampoco le recuerdo alguna virtud. Sí recuerdo  su tambaleante estampa cuando,  impregnado de alcohol,  hablaba incoherencias  recostado de una de las tres puertas del frente de la casa, hecha de tablas de madera y techada de zinc.  

Al lado de la casa estaba ese callejón maloliente que servía como criadero de patos y que parecía más bien una pocilga de cerdos. Un solar baldío, en el que a veces crecían hierbas que superaban  mi estatura, nos separaba de una casa que para  mí era casi de ensueño. Anhelaba siempre que la amiguita me abriera la puerta, porque allí veía juguetes extraordinarios.  ¡Una casa Barbie con todos los accesorios, muñecas, muebles y todo! Jamás llegué a tener algo así. 

Dormía  en aquel antiguo modelo de cama, sobre un colchón de "guata" poco confortable En la oscuridad de la noche, mi imaginación vagaba y construía historias únicas en las que siempre fui feliz. Pero me despertaba el estridente chirrido de los grillos. Mientras esperaba impaciente que se callaran, mis ojos se fijaban en la claridad que penetraba por alguna que otra rendija de paredes. Nunca tuve miedo.  
 A la mañana,  el desayuno era  pan con aquella leche que odio hasta el día de hoy. La vendían en bidones de aluminio en una camioneta que pasaba antes de las 7 de la mañana.  Abuela solía ponerle café y un poco de azúcar y me obligaba a tomarla  en aquel jarrito de aluminio, antes de ir a la escuela. 

Abuela Tatica siempre fue excelente cocinera, pero yo odiaba también el moro de habichuelas, que nadie lograba hacerme comer, excepto aquella extraña cuyo nombre creo que era Mariza; también creo que  era  hija de Pucho.  Con algún don especial era capaz de hacer el tierno gesto de tomar la cuchara y llevar a mi boca una porción de aquel plato. Su trato angelical me hipnotizaba, solo así lo puedo explicar, pues  me comía todo.  

Casi al frente vivía la modista, Doña Monza, que hacía mis vestidos y los de mi hermana Marina. Me asustaba la doña, porque tenía un ojo brotado, como retorcido que le daba un aspecto algo grotesco. Pero los vestidos quedaban lindos. ¡Nada como presumir un vestido nuevo!. 

Otro recuerdo vago, que no he podido asegurarme de si fue real o un sueño, es el de una pequeña pelota de goma que obtuve de forma un tanto inverosímil. Caminaba por una de las calles del barrio, desde la casa de tía  margarita y Tito, hacia la de abuela. En el trayecto, alguien arrojó aquella pelota desde el interior de una casa, y mis manos la detuvieron. Se fue conmigo. No sé por qué significaba tanto para mí, ni cuánto tiempo la tuve, pero mi alma se fue tras ella cuando  la perdí.  Por meses, mi calle estuvo rota a la mitad a todo lo largo, con una enorme zanja a la que empezaron a insertar enormes tubos de asbesto, que fueron empalmando dentro de la zanja, creo que se trataba de alcantarillados.  Habíamos improvisado puentes con pedazos de tablas para cruzar frente a cada casa.  
  Aquel día la pelota objeto de mi devoción se escapó de mis manos y cayó dentro de la zanja.  La vi rodar y perderse. Lloré a cantaros y rogué que me dejaran descender entre aquellos  tubos para buscarla, pero no era posible, mi cuerpo era diminuto ante la dimensión de aquel abismo.  Ningún adulto me auxilió, indiferentes al traumático impacto que me afectaba.

  Ambas escenas, la primera de la pelota llegando hasta mí, y aquella última, viéndola alejarse, siempre regresan a mi mente en oleadas de nostalgia.

martes, 6 de septiembre de 2011

ANALFABETISMO CON ROSTRO DE MUJER


Odio la palabra “analfabeto/a” me suena denigrante y ofensiva. Prefiero usar el concepto de "iletrado/a", cuando se trata de señalar a quienes no tienen la facultad adquirida de leer y escribir.

En mis estudios universitarios de educación pude participar de jornadas de alfabetización de adultos. Era una tarea ardua, primero conseguir que mujeres adultas aceptaran la idea de que podían aprender a leer y escribir. En segundo lugar era difícil distraerlas de su vida doméstica para sentarse, usualmente un sábado o domingo por la tarde, a tomar lecciones de lectura y escritura.  Para mí era en parte un esfuerzo trasladarme hasta el sector y la casa que nos servía de punto de encuentro. Era la casa de una afable señora, por los predios del Ingenio Porvenir, en mi siempre recordado pueblo natal (San Pedro de Macorìs). El sonido del ingenio, el olor de la caña dulce, y la columna de humo de la chimenea nos servìan de contexto en esas tardes cálidas, en las que los muchachos jugaban pelota en la calle y los hombres jugaban dominò y tomaban alcohol en las aceras.

Mi reto era alfabetizar al menos 10 adultos como parte de mis créditos de la carrera. A veces no tenía ánimo de hacerlo, pero era una sensación maravillosa y liberadora ver progresar a las personas semana tras semana. A veces tenía que amonestarlas cuando querían darse por vencidas. No todas completaron el proceso, pero graduar a las que lo lograron, como  personas alfabetizadas fue al final una gran conquista.

Quisiera pensar que mi experiencia fuera la de cientos de miles de otros estudiantes de magisterio, pero al parecer la sombra del analfabetismo es creciente y abrumadora, sobre todo en detrimento de la mujer.
Pese a que se ha informado de progresos, persisten grandes diferencias entre el hombre y la mujer en lo que respecta a su acceso a la educación. La eliminación de la alta tasa de analfabetismo entre las mujeres y las niñas sigue siendo una urgente tarea a nivel mundial. De acuerdo con el Instituto de Estadística de la UNESCO, se calcula que en la actualidad dos terceras partes de los 793 millones de adultos analfabetos en el mundo son niñas y  mujeres.
Un cable internacional  nos informa que en Nueva Delhi, India se celebrará del 8 al 10 de septiembre la conferencia internacional "Alfabetización femenina para un desarrollo integrador y sostenible", organizada por el Gobierno Hindú en el marco de la "Iniciativa E-9" de la UNESCO.
La directora general de este organismo, Irina Bokova, declaró en un comunicado que "el mundo necesita urgentemente un compromiso político más firme con la alfabetización respaldado por los recursos adecuados para ampliar los programas eficaces".
"Exhorto a los gobiernos, las organizaciones internacionales, la sociedad civil y el sector privado a que hagan de la alfabetización una prioridad política, para que todas las personas puedan desarrollar su potencial y participar activamente en la conformación de sociedades más sostenibles, justas y pacíficas", afirmó Bokova.
(Continuará)