Dios no es un Dios silencioso. A lo largo de la historia, Él ha hablado a la humanidad de muchas maneras y en muchas ocasiones. En el pasado, habló a nuestros antepasados por medio de los profetas. Pero en estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo, Jesucristo, quien es la revelación más clara, completa y poderosa de Dios (Hebreos 1. 1-4).
El
Hijo no es un simple mensajero. Él es el heredero de todas las cosas, el
Creador del universo, y el reflejo perfecto de la gloria de Dios. Él sostiene
todas las cosas con su palabra poderosa, y después de purificarnos de nuestros
pecados, se sentó a la diestra de Dios, señal de autoridad y cumplimiento.
Ante
una verdad tan gloriosa, ¿Cómo deberíamos responder?
Debemos escuchar con atención, confiar en Él y responder con fe. Debemos
buscarle en las Escrituras, sabiendo que ellas dan testimonio del Hijo. Nuestra
actitud debe ser de gratitud y obediencia, porque cuando Dios habla a través
del Hijo, no podemos quedarnos indiferentes.
Ignorar la voz de Dios
es arriesgado. Si en el pasado la palabra de los profetas era valiosa, ¡cuánto
más lo es la palabra del Hijo! Por eso, es urgente prestar atención. Dios ha
hablado. Ahora, nos toca a nosotros escuchar, creer y vivir conforme a su voz.
Imagen: HarmonyCenter from Pixabay
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