El Salmo 137 nos
recuerda la nostalgia de los israelitas en Babilonia, quienes, lejos de su
hogar, preguntaban: “¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños?”
(Salmo 137:4). Esta pregunta resuena en mi experiencia personal, pues de un
tiempo a esta parte me ha tocado cantar, orar y estudiar la Biblia en otro idioma.
Aunque no sea por
exilio o por cautiverio, ser extranjero siempre tiene sus retos. Vivir en una
cultura diferente implica adaptarse a mentalidades, feriados, usos y costumbres
que no siempre se sienten propios. También hay momentos nostálgicos en los que
el corazón busca reconectarse con aquello que considera parte de su esencia. En
mi caso, evocando mis primeros días de fe, recordé los himnos que marcaban las
reuniones en mi antigua congregación. Decidí buscar y comprar en línea un ejemplar del himnario de mi juventud.
Cuando finalmente llegó
a mis manos, comencé a susurrar aquellos viejos himnos, transportándome a
momentos muy gratos de alabanza y adoración en el idioma de mi corazón. Fue
como si, a través de esas canciones, mi espíritu hallara un refugio en medio de
lo desconocido, afirmando que Dios trasciende idiomas y fronteras.
Hoy sé que cantar en
tierra extranjera es un acto de confianza y esperanza. Es declarar que, sin
importar dónde estemos, seguimos siendo del Señor y Él sigue siendo fiel.
Cantar en tierra
extranjera puede parecer difícil, pero es un acto de fe que nos conecta con el
Señor y nos recuerda que somos peregrinos en esta tierra, pertenecientes a un
hogar eterno que nada ni nadie puede quitarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sus comentarios son bienvenidos!