martes, 24 de septiembre de 2013

LA TRAGEDIA EN WESTGATE MALL, NAIROBI.



En frente del Supermercado, en el WestGate Mall, Nairobi, Kenya. Sept. 2012


Escalofríos. Cierto grado de ansiedad. Empatía y real preocupación. Con ese sentir he seguido durante estos días la saga desatada en el  Centro Comercial WestGate en Nairobi, Kenia, donde, en cuestión de días, la tragedia ha marcado vidas, familias, toda una nación. 

Nunca le encontraré sentido, ni explicación, ni justificación a la gran atrocidad de destruir vidas de gente absolutamente ajena a los conflictos político-religiosos que desatan pasiones enfermizas, trayendo dolor incalculable, pérdidas irreparables y traumas para toda la vida. 

Estoy conectada con esta situación, pues hace apenas un año, pasé casi tres semanas en este próspero país africano, amigable, riquísimo en cultura, en diversidad racial, hospitalario con los millones de refugiados que en países vecinos son víctimas de la guerra, el hambre , las sequias y toda otra suerte de calamidades. 

Sí, estoy como atrapada entre los pasillos y las tiendas del WestGate. Cuento y recuento las horas de aquel día en que me paseé piso por piso y pasillo por pasillo,  disfrutando de sus giftshops, probándome vestidos en Woolworths  y deslumbrada por la magistral combinación de impecables tiendas internacionales con mercados de artesanía Masai, así como los repentinos contrastes al ver a una mujer europea en shorts al lado de una africana revestida de calurosos mantos negros de pies a cabeza. Duele pensar que hoy este magnífico lugar se ha reducido a un infierno, donde impera el terror y la muerte.

Mis oraciones están con mis amigos de Kenia. Clamo  que esta pesadilla termine. Mis plegarias están con un pueblo que necesitará reiniciar su búsqueda de paz en un intricando laberinto. 

Gthompson, 24-9-13

domingo, 8 de septiembre de 2013

OTOÑO



Preciso un trato contigo,
Pero avanzas inexorable
Con torrentes de lluvia, humedad y neblina.
Mis hojas cansadas,
Unas rojizas, otras amarillas,
Viajan en caída libre, se posan en el suelo
Y me cercan de recuerdos,
Y los espacios vacios se llenan con silencio
Se llenan con soledad.

¡Cuánto dolor!
Por las cosas y las causas perdidas
Por la estancia árida de infértiles semillas
Que, envejecidas, quieren huir en tropel.

Preciso un trato contigo,
 Otoño despiadado, que carcomes
La lozanía de mi primavera efímera
Y apagas el fuego de un volcán de verano
Que nunca hizo erupción.

Preciso un trato contigo,
Otoño de violentas sacudidas,
Porque temo me derribes
Dejando expuestas mis raíces
Bajo el cielo gris. 

Gthompson,
8-sept-2013

miércoles, 4 de septiembre de 2013

CANSANCIO HASTA MAS NO PODER



Te duele garganta. Te has descubierto nódulos  dolorosos o sensibles en el cuello o las axilas. Sientes dolor inexplicable en los músculos, sobre todo en la espalda, dolor que se mueve de articulación a articulación. Dolores de cabeza muy diferentes a los que sufrías usualmente. Sientes un huracán en tu estómago. Te has dado cuenta que últimamente tienes problemas con la memoria o con tu concentración Y para completar, tienes problemas para dormir.

¿Sabes qué? Estamos hablando de fatiga crónica.

Encontré datos de que los síntomas pueden ser producidos por un sistema de inmunidad que no está trabajando muy bien. O puede ser causado por algún tipo de virus. Pero también simplemente puede deberse a que te has sobrecargado de trabajo, tu vida se ha vuelto un afán permanente. No hay cómo relajarse.

Algunos síntomas, como los dolores musculares, problemas al dormir y ansiedad, se pueden tratar con medicamentos. Hasta ahora, no hay medicina que cure el síndrome por completo, pero la mayoría de pacientes se mejoran con el tiempo.

¿Cómo enfrentarlo? Los especialistas aconsejan  que mantengas un diario identificando las horas en que sientes más energía y que  planees tus actividades para estas horas. (Si te es posible, claro)

Tambien sugieren que mantengas un nivel de actividad y ejercicio que esté en acuerdo con tus habilidades. Tu doctor puede ayudarte a hacer un plan de ejercicio para mantener tu fuerza a cualquier nivel que sea posible. Hay medicinas que, si tu médico te  las indica, pueden ayudarte a dormir mejor, lo que puede mejorar la concentración y la memoria.
Si tu memoria y concentración sufren los efectos del síndrome de fatiga crónica, mantén una lista y haz notas para acordarte de cosas importantes. También, date tiempo para hacer cosas que requieren concentración.
La fatiga te afecta física, emocional y socialmente. Cuando haces frente a estos factores,  tienes la mejor posibilidad de sobreponerte a la enfermedad y sentirte más satisfecho/a con tu vida.

Pero hay un estado del alma que vas allá de la fatiga física. Cuando en nuestro interior sentimos que no podemos más, las promesas de la Palabra de Dios nos abren un camino hacia el descanso espiritual:

ISAÍAS 40:28 – 31 dice:
 
     ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. 

Pide descanso a Jesús, quien ha extendido una invitación a todo aquel que esté trabajado y cargado. Podemos orar: “Señor ese dame descanso hoy.” Amén.

viernes, 30 de agosto de 2013

¿INSATISFECHA CONMIGO MISMA?


A los diecisiete ya gozaba de buena reputación en lo que respecta a ser dedicada en mis estudios,  pero indudablemente en esa adolescencia fluctuante, los sentimientos  ambivalentes, los complejos   y debilidades de autoestima  gobiernan en mucho la personalidad de una mujer.
En ocasiones me invadía una insatisfacción de no ser quien quisiera ser, pero en realidad era todo fruto de caer en la trampa de compararme con otras personas.  Entre mis amigas del colegio, estaba la número uno, más brillante que yo, estaba la número dos, más atractiva que yo; estaba la número tres, que tenia mejores condiciones económicas y su casa era (a mi ojos) más espléndida que la mía… Y habían otras compañeras de clase que  no estaban en mi círculo de  amigas, nos mantuvimos un poco distantes, talvez porque sus conductas eran más liberales que la mía. Hablaban de novios, de fiestas, chismes y hacían trampas en los exámenes. Esa no era mi forma de actuar.
Me acomplejaba mi cabello crespo, las manchas de quemaduras en mis piernas y las cicatrices que alguna vez sufrí en un accidente… nunca me consideré popular, ni en la escuela ni en la iglesia. Hasta los maestros parecían tratarme de otra forma, la mayoría no me llamaba por mi nombre, sino por mi apellido.
Cuando terminaba la secundaria me invadió un indescifrable miedo al futuro. Me deprimía pensar que todo me costaría más esfuerzo que a los demás y me preguntaba si de verdad habría algún espacio en dónde pudiera experimentar realización. ¿Podría llegar a dar la talla para alguna cosa? Me auto compadecía como aquella chica de la canción de Janice Ian, que se sentía patito feo y creía que conquistar el mundo y encontrar el  amor  era solo para bellas reinas.
Pero entonces conocí acerca de Jesús, y de su oferta de darle sentido, dirección y significado a mi  vida. Por la enseñanza de Jesús,  supe que era una trampa eso de estar atenta a que no soy tan brillante, tan atractiva o tan acomodada como mis amigas una, dos y tres… porque siempre habrá otros y otras con mejor apariencia o mayores habilidades y eso de estarnos comparando nos causa descontento con todos, incluyendo a Dios, pues implica que no estoy a gusto con quién soy y cómo él me hizo.
Supe que es legitimo tener aspiraciones, sueños y ambiciones, siempre y cuando no estemos detrás de ellos para alimentar nuestro  ego y  alguna insana sed de importancia.
Supe del valor de la diversidad de personalidades, caracteres, dones y talentos, de la riqueza de no competir con los demás, sino de complementarnos unos a otros. Supe de las fortalezas y particularidades que me hacen una persona única y valiosa, importante y necesaria para los demás.
Hoy, cuando miro hacia atrás, me maravillo de cuánto  (Y esto por el favor de Dios) he experimentado en la vida, y me miro al espejo en la mañana, llena de ímpetu para seguir viviendo la aventura interminable que Dios ha diseñado para mí.  Y a la noche al llegar a casa, subo cantando las escaleras, agotada, pero plenamente agradecida de vivir con este sentido de libertad.

jueves, 29 de agosto de 2013

EL TIEMPO PERDIDO



Por Juan Vega.

En cierta ocasión un líder pidió a un grupo de empresarios que le indicaran cuánto tiempo consideraban que sus trabajadores realmente trabajaban durante el día (que descontaran el tiempo que su gente pasaba conversando con amigos, familiares, jugando en internet, etc.).

Los empresarios le contestaron que en promedio sus empleados destinaban a trabajar cerca del 75 por ciento de su tiempo laboral. A continuación, les pidió que indicaran qué porcentaje de ese tiempo de trabajo era enfocado a crear valor. Vale decir, de ese 75 por ciento del tiempo trabajado, qué porcentaje aportaba algún beneficio para la empresa. La respuesta fue que aproximadamente el 70 por ciento del tiempo se destinaba a crear valor.

El líder concluyó que los empleados estaban destinando solamente la mitad de su tiempo a crear valor para la empresa (Tiempo real de creación de valor = 70 por ciento de tiempo trabajado X 75 por ciento del tiempo enfocado en crear valor = 53 por ciento).

Enterarse de que casi la mitad del tiempo de sus trabajadores era “tiempo perdido” para la empresa dejó entre sorprendidos y estupefactos a los empresarios.

El tiempo perdido de la historia no está muy alejado de la situación de la empresa promedio. Existen “ladrones del tiempo” que perjudican tanto a la empresa (rentabilidad/calidad) como a los empleados (estrés por el tiempo perdido, horas que le quitan a la familia por acabar tarde, agotamiento, etc.).

La estrategia para salir del problema es aprender a cuidar/optimizar el tiempo:

1. Identifique a los principales ladrones del tiempo que suelen ser: a) reuniones que duran más de lo esperado, b) leer y responder correos electrónicos interminables, c) reuniones/llamadas telefónicas que no crean valor, etc.

2. Piense cómo puede trabajar/producir con más eficiencia/en menos tiempo.

3. Tome medidas para cada caso: a) Reuniones: defina claramente resultado esperado, hora de inicio/finalización. b) Correo electrónico: tenga un objetivo claro, redacte lo más corto posible y copie solo a las personas involucradas. c) Evite reuniones/llamadas innecesarias, etc.

4. El secreto para eliminar los ladrones del tiempo está en la autodisciplina de cumplir horarios y aprender a respetar el tiempo propio y ajeno: inicie y termine a tiempo las reuniones, enfóquese en actividades que creen valor y acostúmbrese a entregar a tiempo los trabajos.

Cuide su tiempo como cuida su dinero o salud. Ganará mejores resultados, menos estrés y podrá disfrutar más tiempo con su familia.