Ha pasado
un mes completo desde que tomé algunas
notas de mi paso por Expolit 2013, y ya
es hora de compartirlas…
Confieso que
anduve un tanto despistada en el evento. Quería estar y disfrutarlo al máximo,
pero mi cuerpo no respondía: realmente me sentía cansada e indispuesta.
Aquel jueves en que iniciaron las
exposiciones, ventas y talleres, hice un primer recorrido panorámico. Al paso
se tropieza uno con amigos de antaño, de diversos países y ministerios. Mi primera tertulia, muy grata y afable, fue con el respetado y bien ponderado hermano
Miguel Contreras, quien en la década de los 90 dirigió el departamento hispano
de RTM Bonaire, y que en la actualidad sirve con el ministerio “Gracia a
Vosotros” de John Macarthur. En dicho
stand me acomodé y charlé con Miguel y su esposa Lupita como si estuviéramos en la
sala de un hogar.
EL OBRERO ES DIGNO DE SU SALARIO.
Unos minutos
más tarde, exploré la interesante propuesta de “The Ministries and Missionaries
Benefit Board”, quienes plantean un aspecto que puede desafiar paradigmas de la
carrera ministerial: un enfoque en las
iglesias y ministerios como empleadores, responsables de establecer políticas de
compensación, salarios, seguros de salud, y planes de jubilación para pastores
y hermanos que trabajan al servicio de una congregación.
“El obrero es digno de su salario”, enunciado
extraído de las escrituras, le permite a esta organización promover planes de
apoyo a las iglesias en este orden. Si bien parece un tema “muy terrenal” se
entiende que es factible y digno que quienes trabajan en el ministerio puedan
ser tratados igual o mejor que los empleados de empresas en general en términos
de compensaciones. Esto, junto al elemento de la fe y la vocación a servir, contribuye a la efectividad, seguridad y motivación
de los líderes, y a garantizarles una etapa de retiro y ancianidad amparada.
NARRATIVA CRISTIANA
Al día
siguiente, tenía subrayado en la agenda asistir a un taller de narrativa
cristiana. Mi sed de escribir, buscaba
un pozo donde beber. A la hora indicada, en el salón del encuentro, se
desarrollaba un taller aun por concluir. Me senté cerca a esperar, y al ver que el lugar estaba repleto, me
pregunté de qué se trataba: Ubiqué el tema en la guía: “Si se puede ser feliz”.
‘¡Vaya!—pensé---
parece que hay gente infeliz por acá’. Un aplauso efusivo indicó que habían terminado
y la gente empezó a abandonar el salón de paredes transparentes. Enseguida entré y otras dos damas lo hicieron
a la par conmigo. Una de ellas ocupó la mesa de los charlistas y asimismo
entraron y se sentaron junto a ella, tres caballeros. Unos pocos asistentes estábamos ya sentados prestos
para oír que nos traerían los
expositores.
“Esperemos unos minutos en lo que llegan
algunas personas más” anunció quien parecía ser el moderador. Tristemente, la
narrativa cristiana evidenció no ser un tema popular. Pero para mí, esa hora de
taller valió por todo lo demás que pudiera ofrecerme el evento. Frente a mi contaba con brillantes y
destacados exponentes del mundo de las letras cristianas: El doctor Álvaro
Pandiani, uruguayo, de quien he leído
devocionales publicados en “Alimento para
el Alma”; el doctor Boris Pinto, colombiano; la periodista Liliana de la
Hoz, autora del libro “ El milagro de
Vista Hermosa”; Y como auspiciador, Jorge Julio González, de Christian
Editing. En sus exposiciones los charlistas plantearon
la relevancia de la narrativa como herramienta para comunicar la fe cristiana. Aprendimos
de sus experiencias personales en el ejercicio de escribir y el reto de
publicar una obra. De la riqueza de este
encuentro y sus posibles efectos en mi persona, habrá que redactar una segunda
parte de estas crónicas.
¡NO PICTURES!
La mejor
evidencia de cuán despistada estaba este año, es que apenas tomé un par de
fotos el primer día, algo inusual en una fotógrafa frustrada que en ocasiones
es tan ávida con una cámara como un paparazzi en plena cacería de imágenes
exclusivas.