Aquiétame, Señor.
Tranquiliza los latidos de mi corazón
con la quietud del pensamiento,
Estabiliza mi paso apurado
con la visión del eterno alcance del tiempo.
Dame, entre la confusión del día,
la serenidad de las colinas eternas.
Aquiétame, Señor.
Rompe la tensión de mis nervios y músculos
con la música apaciguadora de las corrientes cantarinas
que viven en mi memoria.
Enséñame el poder mágico y restaurador del sueño.
Aquiétame, Señor, y enséñame
el arte de tomar minutos de descanso
para mirar las flores, acariciar a un perro,
conversar con una amiga,
leer unas cuantas líneas de un buen libro.
Aquiétame, Señor, y enséñame
a mandar mis raíces a la profundidad
del alma de los valores perdurables de la vida,
para que pueda crecer hacia las estrellas
de mi más grande destino.
Aquiétame, Señor.
¡Oh! El Sabbath descansa en Galilea
¡oh! Tranquilidad de las colinas;
donde Jesús se arrodilló a compartir contigo
el silencio de la eternidad,
interpretado por amor
Mediante el calor de nuestro deseo,
danos el hálito de
tu quietud y tu bálsamo
deja que la carne se adormezca y los sentidos se retiren
habla a través de los terremotos, el viento
y el fuego,
¡oh! Pequeña voz de la calma.
--Desconozco su autor--
Ohhh mi Dios! Inmensa calma me da está inspiración. Gracias.
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