"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


viernes, 12 de febrero de 2010

BUENOS FRUTOS IX - LA MANSEDUMBRE

Definitivamente la vida cristiana es una contracultura. Las virtudes que Dios desarrolla en la vida del creyente son difíciles de mantener en nuestras propias fuerzas. La mansedumbre no es innata en el ser humano; ésta implica ser sencillos, calmados, humildes. Es una disposición a sufrir daños o insultos en lugar de inflingirlos. Alguien me dijo: “Eso de ser manso no ayuda en este sistema de vida, la gente se aprovecha y te pisotea”.  Pero ser manso no significa ser tonto, débil o cobarde. Más bien es una actitud de dignidad que nos frena de devolver mal por mal  y nos ayuda a mantener relaciones sanas y positivas. Ser manso es usar diplomacia en el manejo de conflictos.

En la Biblia, Dios describió a Moisés, el gran líder del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, como el hombre más manso del mundo. En algunas versiones de la Biblia se traduce como “gentileza”. Hay tres actitudes relacionadas con la mansedumbre: 1) La sumisión a la voluntad de Dios, 2) Disposición a ser enseñados y 3) consideración con los demás.

Jesús dijo que los mansos son bienaventurados porque recibirán la tierra por heredad; y hay otras ventajas para el que exhibe el fruto de la mansedumbre, pues la Biblia enseña que los mansos son preservados, exaltados, saciados con abundancia y hermoseados con la salvación. Sobre esa base, vale la pena ser manso ¿no le parece?

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