La única laptop que he tenido y tengo, pronto cumplirá 5 años. Ha sido una máquina muy fiel y productiva, que ha correspondido a mi intensa necesidad de usarla diariamente, durante muchas horas, para escribir, para navegar en Internet, para presupuestar, para ver DVDs, para oír música, para chatear, para preparar presentaciones de power point, editar fotografías, y por supuesto, editar horas y horas de audio de mis programas radiales.
Ella ha estado conmigo en mis viajes a Brasil, Paraguay, Estados Unidos, Venezuela y Colombia.
El único problema significativo que ha sufrido esta fiel compañera fue el colapso de su original disco duro de 40 gigas, con las consecuentes dolorosas pérdidas de datos, muchos de los cuales aun lloro sin consuelo. Pero esto le valió el upgrade a un disco de 160 G . En estos días su batería también entregó sus últimos minutos de energía.
Las huellas de que no ha sido una computadora subutilizada son evidentes: muchas de sus teclas ya están borradas (no se ven las letras ASDENM); recuerdo aun cuando la F 11 saltó de su sitio; más recientemente también se desprendió la tecla del 9, infructuosamente traté de reponérsela con pegamento (Coqui).
Me dio pena el día en que mi cuñado me instaló con mucho entusiasmo un software con una variada colección de versiones de la Biblia , diccionarios y comentarios, pero que, al intentar utilizarlo, la pobrecita DELL se queda “Congelada”.
Hoy al mirarla, con su pintura plateada un poco descascarada, sus teclas borradas y su carrocería un poco “cuarteada” valoro la simbiosis “mujer-máquina” que por tantas horas nos hace cómplices de un gran fluir de letras, palabras, frases, oraciones, párrafos, artículos y capítulos, así como ilustraciones, y de un alto tràfico de “emails”, archivos de audio, videos, reuniones virtuales, tanto de negocios como familiares. En fin, el verla envejecer me asusta, me tienta a pedirle que resista, que siga hábil, que aunque estè depreciada, no es despreciada. Pero hay minutos, en los que me parece que ella, sin poder me está suplicando: ¡APAGAME!, y a veces el impulso me tienta a decirle: "Oye, coopera, que allá en la tienda hay unas MACs súper poderosas", pero ella pìcaramente me responde: “Anda, a que no vas por una ahora mismo", y como ella tiene los archivos de mi presupuesto, y mis estados de cuenta bancarios, sabe muy bien por qué lo dice”.
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