PEACH, casi PEACE
La sociedad que nos rodea está muy perturbada, inquieta, siempre buscando algo, nunca se satisface, y no sabe por qué. No sabe que lo que necesita es paz y solo hay una fuente dónde hallarla.
El fruto de la paz que el Espíritu de Dios produce en nuestras vidas es una virtud sumamente necesaria en nuestro mundo, en nuestra comunidad y aun en el seno de nuestras familias. Pero está también la paz personal y esencialmente la paz con Dios.
Jesús le dijo a sus seguidores: “Les voy a dar un regalo: paz en el alma, la paz que les doy no es frágil como la paz que el mundo ofrece.”
Obtenemos esa paz cuando Dios borra el historial de nuestros pecados. Así no quedan obstáculos para experimentar ese sosiego, ese alivio que se siente en el corazón cuando nos hemos quitado una carga pesada de encima, porque nada perturba y angustia màs que las culpas que nos distancian de Dios.
Una vez lograda, tenemos que vivir en una disciplina constante de buscar y cultivar esa paz. El salmista dijo: “Busca la paz y síguela”. Si eres es una persona que tiende a preocuparse y pensar siempre lo peor, tendrás que concentrarte en pensar en el Dios soberano, quien te ama, y quien tiene todo poder y todo conocimiento. Aun teniendo multitud de enemigos el Rey David fue capaz de decir “En paz me acostaré y asimismo dormiré porque solo tú oh Dios me haces vivir confiado”. Isaías nos promete: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado”.
¿Has experimentado la paz del perdón de tus pecados, y así -- justificado por la fe-- tener paz para con Dios? Ese es el inicio del camino de paz, es el principio para que el buen fruto de la paz comience a multiplicarse en nuestras vidas. ¡Que la paz de Dios sea contigo!
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