De
vez en cuando me detengo a ver otra vez escenas escogidas de una de mis
películas favoritas: El Náufrago, (Cast Away) con la actuación de Tom Hanks.
Este filme pone de relieve el ingenio, la creatividad, la perseverancia, la
estrategia y la determinación de una persona ante circunstancias sumamente
desfavorables. Pues resulta que, hay una analogía interesante entre el naufragar
y la gerencia postmoderna.
La
especialista en Gestión Humana Martha Alles, en su Diccionario De Competencias, incluye
lo que denomina competencia “Del náufrago”,
y la define como “ La capacidad de
sobrevivir y lograr que sobreviva la empresa o área de negocios en la que
trabaja en épocas difíciles, aun en las peores condiciones del mercado que
afecten tanto al propio sector, como a todos en general, en un contexto donde según
los casos, la gestión pueda verse dificultada por la ruptura de la cadena de pagos, recesión,
huelgas o paros…”
Ante
este panorama las organizaciones requieren de líderes que identifiquen las tendencias y dificultades de
su propia empresa, que tengan la capacidad de analizar estas dificultades en función
del contexto. Además, el líder-gerente
es capaz de proponer estrategias y cursos de acción, considerando que cada
oportunidad es única para lograr el objetivo deseado. El gerente con competencia de náufrago tiene facultad para controlar las amenazas
potenciales provenientes del mercado, de la industria o del entorno. Su
objetivo personal es eliminarlas. No se siente menoscabado en lo personal por
la situación problemática que le toca vivir.
En
contraste: un gerente con escasa competencia de náufrago, tiene una pobre percepción
del efecto que tendrán los cambios y tendencias restrictivas de su entorno,
perdiendo a su vez la posibilidad de transformarlas en oportunidades. Usualmente
esta persona, siente que el hecho de tener que actuar en una empresa con problemas
es una falla personal. El pronóstico de esta persona y su organización es
reservado, y más aún si opta por
cruzarse de brazos y hacer cumplir el proverbio de que el capitán se hunde con
su barco.
Si
bien es un enorme desafío asumir el liderazgo en situaciones críticas y de
hecho, nadie quiere pasar por ellas, se puede trabajar en perfeccionar esta
competencia, mediante capacitación y un ejercicio responsable del rol
encomendado.
Diferente al náufrago
solitario de la película, el líder-náufrago puede auxiliarse de sus mejores
aliados y de consejeros externos que le ayuden a pensar, a planear, a readecuar
la organización para lidiar con el momento crítico y sobreponerse al
mismo. De lograrlo, surgirá una institución
más sólida, experimentada y modelo para otras de que ¡Si se puede!