--Estoy triste Señor.
--Y eso por qué?
--Es que me siento sola y creo que no puedo continuar. He pedido ayuda y me han prestado una breve atención y simpatía, pero no el apoyo que esperaba.
--Te entiendo. Me pasó así, aquella noche difícil en Getsemaní, cuando mayor era mi angustia y necesidad, en quienes más confiaba prefirieron dormir, pero no los juzgo ni me amargo con ellos. Tampoco tú te amargues ni juzgues, piensa si tal vez alguien cuenta contigo y no estás mostrando solidaridad. Pero en todo caso ¿sabes?, aun así, en Getsemaní no estuve solo, llegaron ángeles a sustentarme. ¿Crees que también vienen a sustentarte a ti? Fíjate bien.
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado” Hebreos 4:15