Me
sorprendió esta mañana un impresionante arcoíris. Pensé por supuesto en la
narración bíblica de su origen. Es reflejo de la misericordia de Dios. Y a la
vez pensé de qué color es la vida. Me respondí: depende…
La
vida es gris, cuando se torna una
travesía de supervivencia en bajo perfil, sin brillo ni estridencia. Es gris
para aquel que carece de lo esencial, vulnerable y desvalido, hambriento y
desnutrido.
La
vida es azul, (Blue) para aquel que vive
hundido en la tristeza, el duelo, las pérdidas y la traición. Para aquel
cuyos ojos no son capaces de distinguir
otro color. Hay frio y vacío, soledad y oscuridad. Hace falta luz, hace falta
calor, hace falta color.
La
vida es roja, intensa, arriesgada, para el que transita por las sendas de la delincuencia,
en paralelo con el que la combate. Es roja también para el temerario que
desafía la ley y la prudencia. Siempre hay sangre, y tarde o temprano puede ser
la propia.
La
vida es negra, para el que ama la noche,
cuando otros van a la cama, él se prepara para salir, trasnocha en juergas y
vicios. Es negra también para el empleado de turno nocturno, que vive en el
submundo de las horas de la lechuza.
La
vida es rosa, pensamos, para aquellos
capaces de conjugar la comodidad, los
caprichos y antojos garantizándole indulgencia a los sentidos. Los problemas son
de terceros y los observa con ligereza, mientras se complica decidiendo qué
marca comprar esta vez o qué restaurante recomendado falta por visitar. Lo que para otros es un
drama, para ellos es una oportunidad de exhibir su plenitud y sus glamorosas
fachadas. Pero es rosa para los que miramos, no necesariamente para el que la
vive.
La
vida es amarilla, para el que se expone al imponente sol con toda su calidez,
con todo su fuego, con toda su luz, no teme a quemarse, no teme al calor, el
deber y la responsabilidad le hace querer aprovechar cada destello de luz que
otorga el día.
Se
promueve hoy más que nunca que la vida sea verde. El verde es el color de la
vida en el contexto de la esperanza, que, como dijo el poeta, siempre es más
fuerte que la desesperación. Es el color de un medioambiente equilibrado, que
garantice el bien común.
Quizá
no es que sea de colores la vida, sino sus estaciones, como las pinta Vivaldi
con su música. Tiempo para todo en este mucho para lo que se disfruta y para lo
que sufre. Dios todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el
corazón del hombre, sin que este alcance a comprender la dimensión de la obra
de Dios.
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