VERSO: “No os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido”. i 1: Pedro 4:12
¿Ha usado usted alguna vez la frase PRUEBA DE FUEGO? ¿Tiene idea de dònde viene?
La expresión es muy usada actualmente, pero tiene su origen en la antigüedad. La prueba de fuego era un elemento de juicio en la que se empleaba el fuego para confirmar o negar una acusación y en la que, supuestamente, a través de la ayuda divina no se sufrían quemaduras graves.
Existían diversas variantes
el acusado debía andar descalzo sobre seis u ocho rejas de arado al rojo vivo,
o transportar un hierro al rojo vivo una distancia de nueve pies o más o
o poner la mano en el fuego
Si el acusado no sufría daño o si sus heridas no eran visibles, se creía que su inocencia estaba probada, en caso contrario era condenado.
Hoy usted y yo como creyentes nos sentimos frecuente o permanentemente sometidos a pruebas de fuego y asì participamos de los padecimientos de Cristo. Ahora, este fuego de prueba no es el fuego del infierno. Para el creyente este fuego no representa destrucción, pero sì es un fuego que produce CALOR Y LUZ como la zarza que viò Moisés, que ardía y no se consumía. Es un fuego que pone en que en evidencia la presencia de Dios en nuestra vida, un fuego que arde para purificarnos, pero sin dañarnos, y es testimonio a otros, como en el caso de los jóvenes Sadrac, Mesac y Abed Nego en el horno de fuego.
Por tanto gocémonos al ser participes de los padecimientos de Cristo, para que nos gocemos aun mas en la revelación de su gloria.
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