La pobreza es una condición que acompaña a millones y millones de seres humanos en el mundo. Todas las organizaciones internacionales que se ocupan de este tema han documentado ampliamente el hecho de que esta deplorable realidad tiene rostro de mujer, y afecta más, directa e indirectamente al sexo femenino.
Muchos foros, congresos, conferencias en todos los contextos, desde una pequeña comunidad hasta grandes eventos de carácter global, se han realizado y se siguen realizando en procura de dar respuestas a este flagelo . ¿Cómo hablar de este fenómeno de tal manera que valga la pena invertir tiempo en analizarlo, con la esperanza de que lleguemos a respuestas concretas y a soluciones realizables?
Me abrumo siempre con la abundante estadística que nos presenta una realidad que no hay manera ignorar: El bienestar social y económico no es común a las grandes mayorìas: Desempleo, bajo nivel educativo, mala alimentación, escasos servicios de salud, viviendas frágiles e indignas, son las condiciones que acompañan a muchas familias en nuestras comunidades marginadas.
¿Porqué decir pobreza con rostro de mujer?: Si sobre la espalda de la mujer recae en gran medida la responsabilidad social de su familia, sobre ella va a recaer no sólo su propio hundimiento como género, sino la crisis familiar. Esta realidad que es registrada por nuestros ojos y es corroborada igualmente por la investigación.
Este es un tema que también ha sido muy politizado, muy influido por intereses particulares de distintos sectores. No me cabe duda que el género y la pobreza son temas muy cotizados hoy día, temas FAD, término inglés que se asigna a una corriente de moda, al paradigma del momento. Pero eso no le resta calamidad a la vida de nuestras familias que necesitan pan, que necesitan vestido, educación, salud, y un ambiente social y espiritual sano, respirable, seguro, prometedor. La desesperanza está arropando a la gente, que no encuentra oportunidades.Se incrementa la cantidad de mendigos, la cantidad de delincuentes, la cultura de hacer dinero rápido en el azar, en la prostitución, con el fraude y la corrupción. Los valores se negocian, se mercadean, se obvian, se cambian, se invierten. Y aun cuando admitamos que las crisis afectan a todos las clases sociales, no es menos cierto que los sectores más débiles son los más golpeados.
Por su parte, la Biblia, ilumina nuestra vida de creyentes. El tema de la pobreza es abundante y usualmente ligado a la situación moral de la mayoría. Podríamos reflexionar en muchas citas al respecto. Para esta ocasión me gustaría detener mis ojos en la mujer de proverbios 31, como un modelo de la maravilla de ser mujer: La mujer productora y administradora económica. La mujer que vela por la vida y el bienestar de su unidad familiar.
Los versículos 13 al 19, nos dan una imagen de mujer diligente que busca aquí y allá, trabaja con sus manos, se asesora e invierte... en resumidas cuentas, la mujer que levanta el dinero y vela porque no falte en la unidad familiar. No se trata de una imagen convencional. Es la mujer economista que prevé y en esa medida le gana la partida al futuro.
En los versículos 13 y 21, se nos muestra a la misma mujer atendiendo su casa y su familia, velando por el bienestar y la subsistencia. La mujer proveedora en cuya espalda reposa el conjunto de la vida cotidiana.
La mayoría de mujeres que habitan nuestros barrios... son también estas mujeres valiosas de las que nos hablan los textos bíblicos. Mujeres víctimas del desplazamiento y el abandono, mujeres capaces de jugarse su vida, su tiempo, su salud, su cuerpo para lograr la vida y el bienestar para los suyos.
Cualquiera de nuestras mujeres en los barrios marginados Se levanta antes de que amanezca y trabaja hasta tarde... (Prov. 31, 15 y 18) ¡luchan dia por dia!
Ivone Guevara dice (Las mujeres pobres tienen poder) "Las mujeres pobres tienen poder. Poder como capacidad de encontrar nuevas formas de organización con vistas a una vida cualitativamente mejor: grupos artesanales, cooperativas, pequeños comercios, etc. Todo eso es poder como capacidad de vivir, como posibilidad de transformación.
Y nuestra mayor herramienta es la fe, el sustento del Dios altísimo amante y proveedor, que nos da fuerzas, que nos da inteligencia, que prospera nuestros pasos para hallemos gracia y soluciones, para que veamos obrar el milagro de la vida. No es fácil, pero es hermoso cuando vivimos en esa dimensión.