"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


domingo, 7 de octubre de 2012

NO LO QUIERO BIEN, LO QUIERO PARA EL MARTES.



JOYAS DE PAPEL: MANAGING, por Henry Mintzberg. 

Mintzberg se reinventa y admite que es él quien ha cambiado al sumergirse en nuevas investigaciones en el campo gerencial. Pone de relieve los paradigmas de la gerencia y el liderazgo y dice que, por 50 años el liderazgo ha sido tan enfatizado que ahora hay mucho liderazgo y poca gerencia. Con su obra MANAGING, se propone regresar la gerencia a su justo lugar: el frente y el centro. 

Apenas voy por el capítulo 2 y ya estoy confrontada por la radiografía perfecta que hace de la gerencia contemporánea: una práctica (No una ciencia ni una profesión)  sin tiempo ni espacio para pensar y visualizar el cuadro completo de hacia dónde vamos y si es allá a donde queremos ir.  Una gerencia capaz de sacrificar calidad, destruir relaciones y flexibilizar la ética con tal de ir más rápido, como si todo se tratase de una carrera de velocidad. 

La orientación a la acción, el ritmo implacable a que vamos, imprime superficialidad a la gerencia, y la superficialidad es un riesgo laboral que se verifica en errores más costosos, más daño al clima organizacional, entre otras muchas consecuencias. 

Agunas citas del texto:
Los informes sobre ritmo frenético del trabajo gerencial han sido coherentes: los jefes de planta promedian una actividad cada 48 segundos; los gerentes de nivel medio logran trabajar al menos media hora sin ser interrumpidos apenas una vez cada dos días); para la mitad de los directores ejecutivos muchas actividades duran menos de nueve minutos.  Más de 40 estudios de trabajo gerencial han demostrado que los ejecutivos más bien andan de acá para allá todo el tiempo” 

Es verdad que las organizaciones necesitan lograr objetivos, necesitan que las cosas se hagan, que las cosas sucedan, pero  el frenesí actual parece tener efectos contrarios: un gerente abrumado  puede caer en la vacilación, en muchas distracciones, en la falta de iniciativa y hasta en una especie de “parálisis”. 

Mintzberg sugiere que para  tener éxito, los gerentes deberían  ser muy diestros en su superficialidad, por ejemplo, manejando asuntos  complejos dividiéndolos en pasos menores que se puedan dar uno a la vez. También tienen que afinar su capacidad de reflexionar  en su trabajo.

Pero el síndrome de la superficialidad  causado por la velocidad del siglo XXI es apenas uno entre los múltiples embrollos de la Gerencia planteados por Mintzberg en este texto. Seguiré leyendo…

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