Por Telésforo Isaac
Obispo emérito Iglesia Episcopal/Anglicana
Diciembre es un mes
de excitaciones y depresiones. Es tiempo de alegría con baches de tristeza. Es
tiempo de hermandad, pero con casos de soledad. Es un período de gratos
recuerdos, más con momentos de nostalgias.
En este mes se
acrecientan las festividades religiosas, se agilizan las
actividades comerciales, las celebraciones sociales, los círculos fraternales,
y las reuniones familiares. Durante este período se aumenta la movilidad
del tránsito terrestre y aéreo, hay crecimiento en las diligencias
personales y empresariales…
La razón de todos
estos sentimientos y quehaceres en este período se debe a la celebración
del nacimiento de Jesús el Cristo; pues, sus seguidores de la Civilización
Occidental, han señalado y dedicado el día 25 de diciembre para
conmemorar su nacimiento. Este evento ha sido tradicionalmente tan destacado e
impresionante, que ha trascendido a pueblos de otras culturas donde se observa
esta época festiva igualmente como los creyentes cristianos.
Ojalá esta reflexión
pueda servir como un llamado a todos para que se tenga sensibilidad
ahora y siempre, observando así el, “código del buen vivir” y el
continuo cumplimiento de decoro, conducta personal, solidaridad
fraternal, conmiseración con el prójimo, benevolencia en toda
relación, cuidado de uno mismo, respeto a la dignidad de toda
persona, acatamiento a las leyes de tránsito, esmerada atención con los
transeúntes por nuestras calles y carreteras.
El que oye y tiene
entendimiento, debe estar consciente de lo que significa nacer, vivir, ser
miembro de una familia, ser parte de una comunidad, ser ciudadano
consciente de su deber, ser verdadero patriota, y dar demostración al
poner su fe en acciones de bondad.; pues, es necesario pensar y actuar de
manera coherente, con disciplina, orden, buena voluntad apreciable en las
relaciones humanas basadas en los principios cristianos y el código del buen
vivir. “El que tenga oído, que oiga”.
Parte de ese perfil del
código consiste en las siguientes expectaciones:
·
Hay que ordenar la vida
apropiadamente
·
Hay que disciplinar
la conducta correctamente
·
Hay que moralizar el
pensamiento acertadamente
·
Hay que hablar
decentemente
·
Hay que actuar con
prudencia
·
Hay que proceder con
justicia
·
Hay que vivir según los
mandamientos de Dios
·
Hay que observar con
detenimiento lo que es sano
·
Hay que cumplir las leyes
y los reglamentos de tránsito
·
Hay que vivir y
dejar vivir a otros
·
Hay que ser buen padre, una
buena madre, conyugue, prole, fraterno.
·
Hay que proceder
justamente como maestro, empleado, policía, militar, mayordomo, supervisor,
ministro religioso, pastor, profesional médico, servidor gubernamental,
·
Hay que mostrar con
buenas opiniones, palabras y obras que eres persona de buena fe, de
rectitud y de buena voluntad
·
Hay que demostrar civismo
y patriotismo sin fundamentalismo de prejuicio racial, religioso, o cultural.
El “buen vivir”
debe ser en todos los aspectos de la existencia humana y las relaciones
con Dios, el prójimo y con uno mismo.
Tú tienes que valorar tu
propia vida, las vidas de tus familiares, tus compatriotas y todos los
que están a tu alrededor, y en todos los aspectos del mundo que se
vive en esta tierra que Dios nos ha dado, en el hogar, el lugar de trabajo o de
estudios, las calles, en las guaguas, en el Metro, en los vehículos públicos…
Si se mantiene el
“código del buen vivir” invariablemente, la gracia y la bendición de Dios,
serán derramados sobre ti ahora en diciembre y crecerás continuamente
cada día.
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