“Quien corta piedras, se
hiere con ellas” Eclesiastés 10: 9
“No
es correcto, pero está bien, de todos modos lo voy a hacer” Es el estribillo de
una canción en ingles que me dejó pensativa. ¿Será posible que elijamos actuar
impropiamente a sabiendas de que algo no es correcto? Decisiones poco sabias,
que muchas veces tienen un alto precio.
Recientemente
supe de una persona muy destacada en su
trabajo, que se perfilaba como el candidato ideal para un ascenso; pero poco
antes de obtener tal promoción, cometió una falta que estropeó, de un día para
otro, su brillante carrera. ¿Las consecuencias? Perdió su trabajo y todos sus compañeros sufrieron con su caída:
quedaron desmoralizados y apenados por muchos días. Esa es una forma difícil de
aprender lecciones en la vida. Hay terrero que si se pierde no se puede
recuperar.
La
naturaleza pecaminosa que nos acompaña como seres humanos, siempre querrá
prevalecer y el enemigo de nuestras almas, siempre buscará la oportunidad de presentarnos
en bandeja de plata, aquellas “pequeñas locuras” que arruinarán la fragancia de
nuestra reputación, y aun más, la convierten en mal olor. La Biblia califica
como necedad cuando optamos por acciones
que sabemos que son incorrectas. Es una conducta autodestructiva, y no
son pocos los que siguen estos caminos, quizá por la falta de paciencia y de madurez.
¡Cómo se viene abajo en minutos lo que ha costado tanto edificar!
En
una vida llena de tentaciones, la alternativa es la sabiduría de Dios,
provechosa para obtener buenos resultados. Sabiduría que gobierna nuestros
pensamientos y rápidamente pisa el freno ante las luces rojas y señales de peligro.
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