En todo el transcurso de la historia se han registrado convulsiones sociales fruto de los desequilibrios de poder, de las ideas encontradas y de los intereses particulares. A veces las causas se polarizan tanto que pierden el enfoque y se alude a la trillada y cínica expresión de que “el fin justifica los medios”.
Se crean estereotipos que definen qué
y quién es bueno, qué y quién es malo.
Quién merece ser juez y quién merece ser... ni siquiera juzgado, sino directa e
inmediatamente condenado y ajusticiado. Alguien decide arbitrariamente quién merece vivir y quién merece pena de muerte.
Dos ejemplos de los titulares del último mes en la prensa de
mi país:
Primer caso: Una pareja de pastores
cristianos regresando de una actividad evangelística, mueren acribillados sin mediar
palabras, por un contingente policial que ya había decidido que ese era final
que merecían unos sospechosos con quienes los confundieron.
Segundo caso: Un taxista sufre
traumas por la golpiza que una multitud encarnecida le propina por la breve confusión
de que había raptado a una niña, hecho comprobado como equivocado casi de inmediato
resultando que la responsable de la
situación fue la madre de la niña que dejó a su hija a bordo del vehículo sin
avisar y sin el conductor saberlo… El joven casi pierde la vida por una
percepción que llevó a un juicio precipitado e implacable de desconocidos que
se prestaron a ser verdugos gratuitos.
Yo le ruego a Dios que me permita
no usurpar nunca su lugar de Juez. Le pido que me ayude a tener ese espíritu que
Jesús tuvo, de compasión, de misericordia, de libertador en vez de verdugo. Quisiera imitar el perfil de Jesús.
Es mi oración que quienes "no en
vano llevan la espada" y tienen la autoridad de combatir el crimen, no sean más criminales que los
delincuentes a quienes persiguen.
Es mi oración que Dios me permita
ver en cada ser humano, esa alma valiosa que él vino a buscar y rescatar.
¡El perfil de Jesús!
“Y viendo las multitudes, tuvo
compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no
tienen pastor.” Mateo 9.36
Hoy su compasión debe extenderse
por medio de sus seguidores, quienes buscan servir a los vulnerables, a los que
no tienen voz, a los que no tienen recursos ni materiales ni espirituales para
enfrentar sus luchas cotidianas.
“El que de vosotros esté sin pecado
sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” (Librando a la adúltera de
ser lapidada, salvándola de la implacable
mano de aquellos cuyo rol debería ser restaurar vidas) Juan 8.7 Pena de la vida si nos unimos a los verdugos y
no a los rescatistas de vidas arruinadas por el pecado.
“Al oír esto Jesús, les dijo: Los
sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo
que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a
llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento. “Mateo 9.12-13