Al comenzar
un nuevo año, 2023, en el calendario gregoriano de la Civilización Occidental,
se precisa oír las palabras del Profeta Oseas, quien promulgó a nombre de Dios,
diciendo: “Convertiré el valle del desastre en puerta de esperanza” (Oseas 2:
15). La puerta aludida por el profeta se presentó en espacio y tiempo en la
persona de Jesús de Nazaret, quien vino y se identificó como Hijo del Dios
Viviente, el Verbo Encarnado, Alfa y Omega, el Camino, la Verdad y la Vida, y
en docenas de títulos más. Él declaró de sí mismo: “Yo soy la puerta; el que
por mi entre se salvará”. (Juan 10: 9). La expectativa de la añorada esperanza
se culminó con el nacimiento, vida, ministerio, muerte en la cruz y
resurrección.
Es conveniente y alentador, escuchar
esta expresión aquí y ahora, entre nosotros y en todo el mundo. Esto es así,
porque la situación que impera en todo el globo terrenal, es similar a lo que
sucedía cuando Oseas habló al pueblo de Israel, alegando que las desgracias que
los seres humanos estaban cometiendo eran similares a las de tiempos pasados.
En aquel entonces, el pueblo hebreo
estaba en un desierto de aridez espiritual, la corrupción moral y la
degradación humana separaban a los fieles de Dios. Sin embargo, a pesar del
estado deprimente en que se encontraba aquella gente, Dios quiso dar muestra de
su misericordia, su ternura y su amor por los hombres y mujeres de esa nación.
El benévolo señor también puede hacerlo ahora en la isla de Quisqueya, y en
todo el mundo, debido a la coyuntura histórica del momento.
El deseo y la voluntad divina se
hicieron saber a través del profeta Oseas, quien anunció la intención del Señor
de convertir el valle del desastre en “puerta de esperanza”. Esa puerta de esperanza anunciada por Oseas, hace
más de 700 años antes de la venida de Jesucristo, se hizo una realidad cuando Jesús mismo dijo: “Yo
soy la puerta: el que por mí entre, se salvará” (San Juan 10: 9). Escuchemos,
pues, las palabras de Jesús y cambiemos los desastres en bienaventuranzas.
Jesús es la puerta por donde entra el
pecador, el apóstata, el descorazonado, el vicioso, el que anda por malos
caminos, el borracho, el mujeriego, la prostituta, el drogadicto, el ladrón, el
opresor, y todo aquel que anda a espaldas de Dios o está en conflicto consigo
mismo, con su familia o con la sociedad, para llevarlo al sendero de la
esperanza y a la puerta del arrepentimiento, el perdón y la reconciliación.
El anuncio del Profeta Oseas fue
imperante y alentador para el pueblo hebreo muchísimo antes de nacer
Jesucristo…Hace 2022 años, ese mensaje, que nos asegura que Él es el camino, la
verdad y la vida…adquiere mayor sentido para todos los que creen en el Señor
Jesús.
“Jesús es la puerta” que conduce
a la conversión; al encuentro con la verdad; a la paz interna; a la buena
relación con los demás y con la esperanza de ser heredero del reino de Dios.
El inicio del año 2023 es ocasión
apropiada para renovación de la vida… es tiempo especial para entrar por la
“puerta de esperanza”. ¡Ven pues a Jesús! Él es la puerta para que encuentres
consolación, paz, esperanza, deleite espiritual y emocional en la vida de todos
los creyentes y personas de buena voluntad.
Señor, escucha nuestra causa, atiende
a nuestro clamor, presta oído a nuestra oración… Ábrenos la puerta de la
esperanza.