Ocasionalmente compro pequeñas plantitas ornamentales
para decorar espacios pequeños, como un estante en el baño o sobre mi área de
trabajo. Al estar limitadas a una base o tarro tan pequeñito, usualmente estas
plantitas tienen una vida limitada. Al no servir más, suelo deshacerme del
tarro y adquirir una nueva.
Con esta que comparto en la foto, sucedió que al
secarse completamente la plantita original, la moví de lugar, pensando que aun
seca tenía cierto atractivo que podía extender el tiempo antes de tirarla y
sustituirla. Recuerdo que estuvimos
fuera de casa un fin de semana largo y al regresar, de entre las ramitas secas
empezaban a brotar nuevos retoños verdes. Me maravillé de pensar que, en circunstancias
restringidas, sin cuidado ni agua, esta plantita resurgió, y me convenció de
que vale la pena conservarla y apreciarla.
En la escritura, Salmo 92,
versos 12 en adelante, encuentro un paralelo en la vida del creyente y lo que
esta plantita me ha ilustrado:
El justo florecerá como la
palmera;
Crecerá
como cedro en el Líbano.
Plantados en la casa de Jehová,
En los
atrios de nuestro Dios florecerán.
Aun en la vejez fructificarán;
Estarán
vigorosos y verdes,
Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto,
Y que en él no hay injusticia.
Hay etapas en nuestra existencia, en que podemos sentirnos
como esa plantita seca; hay momentos que nuestra existencia parecer haber llegado
a un punto de improductividad, sequedad, esterilidad, sin sentido. Muchas veces
esta situación está asociada a la pérdida del empleo, a la soledad, al retiro,
a la pérdida de un ser amado. Estas situaciones pueden llevarnos a conclusiones
muy desalentadoras sobre el futuro. Pero el final puede tomar otro giro.
Cuando nos hacemos conscientes de la obra que Dios es
capaz de hacer en nosotros, cuando nuestra
fe está fundamentada en su Palabra y sus promesas, cuando nuestras limitadas fuerzas son invertidas en obras de justicia, entonces, ninguna limitación o
carencia evitará que logremos reverdecer, resurgir, dar fruto como árboles que han experimentado otoños… pero que reinician
el ciclo, con nuevas ramas ( Nuevas ocupaciones, talentos a desarrollar,
ministerios en qué servir…) que adornan la obra de Dios.
No volveré a tirar una plantita, como Dios no me desecha
en mi esterilidad, si no que me da la oportunidad de reverdecer.
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