"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


domingo, 21 de abril de 2013

POR UN MUNDO DE PAZ Y DE CONCORDIA

La lucha por la paz,  la concordia y la unidad de los pueblos y naciones en el mundo, tiene que seguir. Los comprometidos de fe y  práctica cristiana, así como las personas de buena voluntad, están en el deber de tomar en cuenta lo que San Pablo escribió en Efesios 1:10b: “Dios va a unir bajo el mando de Cristo todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra”. Este concepto fue acuñado por Pierre Teilhard de Chardin (S.J.) para describir el “punto omega”; o sea, lo  más alto de la evolución de la conciencia; aunque el biólogo/teólogo, no insinuó  que sería bajo el mando de Jesús el Cristo.
 
Hay motivos para ponderar en estos conceptos ahora y siempre, especialmente cuando oímos de luchas, diatriba, violencia y amenazas de guerra.
 
Desde los albores de la historia, los seres humanos han intentado vivir en sociedad. Se hacen esfuerzos por lograr la convivencia fraternal, la cooperación y el respeto a la dignidad humana; mas continuamente hay contradicciones,  provocaciones, e intentos de beligerancias entre pueblos y naciones.
 
La gente lucha por liberarse de todo peligro, violencia, opresión y degradación. Los siglos pasan, mas, no decae la esperanza de un mundo que viva en paz y concordia.
 
A veces nos sentimos frustrados, acongojados y perplejos por el estado de miseria, por la falta de justicia, por el ímpetu irracional de los ambiciosos y la inmoralidad de algunos irrespetuosos, maliciosos o corruptos.
 
De tiempo en tiempo se turban nuestros espíritus y se afligen nuestros corazones por problemas familiares, comunitarios, las diatribas verbales las pugnas sociales, la incomprensión de las naciones, y las amenazas de guerra;  pero, la esperanza de un mundo mejor se mantiene.
 
Por otro lado, los gemidos de los hambrientos, el dolor de los enfermos, las quejas de los descorazonados, la ignorancia de los analfabetos, los gritos de los explotados golpean constantemente la sensibilidad de los cristianos comprometidos, y muchos se  inquietan; sin embargo, todos los hombres y mujeres de conciencia moral, están llamados a mantener viva y constante su fe inquebrantable y su firme decisión de hacer viable un mundo mejor.
 
En este tiempo hay incontables seres humanos que piensan, hablan y luchan en búsqueda de armonía, solidaridad, paz, libertad, mejoramiento social, estabilidad política y predominio de la justicia. Se debe dar   muestra del vivo anhelo que se tiene por estar en paz, a fin de disfrutar en  climas apacibles, deleitarse de los frutos que Dios  ha dado en esta tierra; pues, queremos gozar de plena libertad, pero con disciplina.
 
Debemos mantener inquebrantable nuestra fe y esperanza de mejorar nuestro bienestar social y disfrutar de tranquilidad espiritual, ya que anhelamos mantener la esperanzEa de propiciar siempre la concordia, fomentar la fraternidad y la cooperación de todos los que habitamos este mundo globalizado.
 
Los errores del pasado y la incertidumbre del futuro no deben ser motivo para aumentar nuestra ansiedad, ni quebrantar nuestra fe, o debilitar nuestra fuerza para amar y dar de nuestros talentos, tesoro, tiempo y trabajo para engrandecer nuestra patria.
 
Ahora más que nunca, debemos levantar las cabezas, aclarar las mentes, ordenar los pensamientos, purificar los corazones, minimizar las ambiciones, olvidar los rencores y encaminarnos con rectitud; porque éstas son nuestras obligaciones cristianas y nuestros deberes ciudadanos como personas responsables en la lucha por mejorar nuestras sociedades.
 
Estamos llamados a pensar, hablar y actuar de tal modo, que todo lo que hagamos sea reflejo de nuestro amor patrio, de nuestra convicción y testimonio cristiano. Con nuestra forma de ser aportaremos positivamente para que nuestros pueblos sean espiritualmente fuertes, materialmente desarrollados, moralmente limpios, económicamente estables, físicamente sanos, gozando siempre de seguridad social y libertad.
 
La sensibilidad de la conciencia humana es fruto de la fe, es respuesta a las   convicciones, y de las compasivas voluntades; por tanto, todo pensamiento, conversación y acción, debe servir para dar cumplimiento positivo al bienestar  social,  y ser reflejo del sincero compromiso por la lucha en todo el mundo, para que reine la paz, la concordia, la justicia social y la determinación de avanzar hacia el “punto omega”, colaborando con el continuo  desarrollo   de los hombres y mujeres, para el bien común.
 
Por Telésforo Isaac
Obispo Emérito Iglesia Episcopal/Anglicana

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