Odio la palabra “analfabeto/a” me suena denigrante y ofensiva. Prefiero usar el concepto de "iletrado/a", cuando se trata de señalar a quienes no tienen la facultad adquirida de leer y escribir.
En mis estudios universitarios de educación pude participar de jornadas de alfabetización de adultos. Era una tarea ardua, primero conseguir que mujeres adultas aceptaran la idea de que podían aprender a leer y escribir. En segundo lugar era difícil distraerlas de su vida doméstica para sentarse, usualmente un sábado o domingo por la tarde, a tomar lecciones de lectura y escritura. Para mí era en parte un esfuerzo trasladarme hasta el sector y la casa que nos servía de punto de encuentro. Era la casa de una afable señora, por los predios del Ingenio Porvenir, en mi siempre recordado pueblo natal (San Pedro de Macorìs). El sonido del ingenio, el olor de la caña dulce, y la columna de humo de la chimenea nos servìan de contexto en esas tardes cálidas, en las que los muchachos jugaban pelota en la calle y los hombres jugaban dominò y tomaban alcohol en las aceras.
Mi reto era alfabetizar al menos 10 adultos como parte de mis créditos de la carrera. A veces no tenía ánimo de hacerlo, pero era una sensación maravillosa y liberadora ver progresar a las personas semana tras semana. A veces tenía que amonestarlas cuando querían darse por vencidas. No todas completaron el proceso, pero graduar a las que lo lograron, como personas alfabetizadas fue al final una gran conquista.
Mi reto era alfabetizar al menos 10 adultos como parte de mis créditos de la carrera. A veces no tenía ánimo de hacerlo, pero era una sensación maravillosa y liberadora ver progresar a las personas semana tras semana. A veces tenía que amonestarlas cuando querían darse por vencidas. No todas completaron el proceso, pero graduar a las que lo lograron, como personas alfabetizadas fue al final una gran conquista.
Quisiera pensar que mi experiencia fuera la de cientos de miles de otros estudiantes de magisterio, pero al parecer la sombra del analfabetismo es creciente y abrumadora, sobre todo en detrimento de la mujer.
Pese a que se ha informado de progresos, persisten grandes diferencias entre el hombre y la mujer en lo que respecta a su acceso a la educación. La eliminación de la alta tasa de analfabetismo entre las mujeres y las niñas sigue siendo una urgente tarea a nivel mundial. De acuerdo con el Instituto de Estadística de la UNESCO, se calcula que en la actualidad dos terceras partes de los 793 millones de adultos analfabetos en el mundo son niñas y mujeres.
Un cable internacional nos informa que en Nueva Delhi, India se celebrará del 8 al 10 de septiembre la conferencia internacional "Alfabetización femenina para un desarrollo integrador y sostenible", organizada por el Gobierno Hindú en el marco de la "Iniciativa E-9" de la UNESCO.
La directora general de este organismo, Irina Bokova, declaró en un comunicado que "el mundo necesita urgentemente un compromiso político más firme con la alfabetización respaldado por los recursos adecuados para ampliar los programas eficaces".
"Exhorto a los gobiernos, las organizaciones internacionales, la sociedad civil y el sector privado a que hagan de la alfabetización una prioridad política, para que todas las personas puedan desarrollar su potencial y participar activamente en la conformación de sociedades más sostenibles, justas y pacíficas", afirmó Bokova.
(Continuará)
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