De
vez en cuando, muy de mañana al levantarme, o al caer la tarde un fin de
semana, me siento en un mueble del balcón a tomar una taza de té, como teniendo
la sensación de que nadie me espera. Sobre la mesita a mi lado descansan
algunas revistas, que casi nunca veo, pero están ahí para mis visitas. Y nos
las veo, porque las lecturas ligeras casi no tienen espacio en mi agenda llena
de compromisos de lectura como para que
mis pobres ojos no tengan descanso.
Pero
una de estas mañanas he ojeado la revista. En la portada, el rostro de una
mujer que fluctúa entre la juventud y la madurez, no es la típica mujer frívola
atestada de accesorios que a veces me lucen como arbolitos de navidad. Y leo su
nombre y aun así, no sé quién es.
Al
buscar en las páginas interiores me entero que se trata de una mujer que el día
de hoy pudo haber sido princesa en una de las monarquías europeas, pues fue
novia de un príncipe real (de la realeza y de la realidad).
Y
su historia es en realidad, una que
vale la pena conocer y de la cual se pueden extraer lecciones relevantes.
Isabel Sartorious, ha publicado un libro titulado “Por ti lo haría mil veces”.
Ha escrito para las mujeres y su tema es el problema de la codependencia, que tal vez es algo que más personas de las
creemos está viviendo en carne propia y no lo sabe, o no sabe que tiene este
nombre.
La
Co-dependiente es una persona que ha permitido que el comportamiento de otra
persona le afecte y que está obsesionado por controlar dicho
comportamiento. La codependencia es un
trastorno emocional que la autora comparte que padecía y tiene la honestidad y
la valentía de exponerlo. Es más frecuente en mujeres que en hombres. Es una obsesión o compulsión por
cuidar de una persona, ya sea porque esta tiene adicciones, ya sea porque es tu
pareja, y eso es más de mujeres que de hombres, porque las mujeres construimos
nuestra identidad a través de afectos, mientras los hombres tienden a hacerlo a
través del trabajo y la vida profesional.
En
la mujer co-dependiente se conjuga una angustia
y una ansiedad de controlar la vida de otra persona, dejando de lado el
cuidar de sí misma. Esta condición suele acompañar a familiares de alcohólicos,
de adictos y personas con familiares a
los que consideran inadecuados, y que ellas pretenden compensar, equilibrar,
corregir, cubrir en algunos casos. El
carácter de la mujer tiene mucho que ver en su grado de codependencia. Mientras
más emocional e intensa es la mujer, más sufre, aunque esto no sean en sí
debilidades. Por eso, en una misma
familia, expuesta a la misma situación, los miembros que son más racionales están
más protegidos, mientras que ser más emotivo y en alguna manera, tener la
percepción de ser responsable de la situación, hace a otros miembros sufrir
más.
La
codependencia se convierte en una prisión. Hay los momentos en que la persona
aprisionada quiere huir y soltar todo abruptamente. Pero usualmente no lo hace,
y al contrario, deja pasar muchas oportunidades
de liberarse porque siente que su responsabilidad primera es lidiar con
su “realidad”.
El
codependiente vive altos niveles de stress porque su vulnerabilidad se traspasa
a otras esferas. Le cabe un poco la imagen de mártir. Porque debe dar la talla
en el trabajo, debe ser efectivo en todo cuanto hace, es el pedestal al que
deberían subirse aquellos que lleva a rastras, el familiar adicto, el hermano
fracasado, el padre irresponsable, el hijo especial…
Libra
miles de batallas y no pide ayuda, porque tiene una falsa concepción de
autosuficiencia. No va a molestar a nadie pidiendo ayuda, asume que otros viven
sus propias realidades y no tendrán ánimo ni recursos para socorrerla. Debe
sacar fuerzas de donde sea para resistir y esperar que algún día este cuadro
cambie.
La co-dependiente se pasa la vida, no
viviendo, sino sobreviviendo, en medio de lo que se ha llamado una relación
tóxica. Es incapaz de alejarse por sí misma de una relación enfermiza, por más
insana que ésta sea, y es muy común que lleguen a pensar que más allá de esa
persona se acaba el mundo, hasta que reconocen su condición psicológica y
buscan ayuda, para terminar con la codependencia o no volver a generarla en
otras personas o en futuras relaciones.
En el fondo la codependiente tiene cosas que
son de gran valor.
Hay un fondo noble, amable y altruista. Son a menudo las personas más dulces. Una vez recuperadas de su codependencia, son, sin duda, personas que cualquiera querría tener como amigas.
Hay un fondo noble, amable y altruista. Son a menudo las personas más dulces. Una vez recuperadas de su codependencia, son, sin duda, personas que cualquiera querría tener como amigas.
Dios quiere que vivamos y seamos
libres, llenos de amor sano y caminando en la vida con seguridad y esperanza.
El Señor ha roto las cadenas de la adicción y la esclavitud. Si nos vemos
retratadas de alguna forma en el cuadro planteado por Isabel en su libro, detengámonos
a oir la voz de Jesús diciendo: “Mujer, eres libre de tu enfermedad”.
Gthompson, 27-Sept-2012