La personalidad es lo que caracteriza nuestro
ser y se traduce en actos, creencias, temperamento y conductas. Lo importante
es comprender nuestras motivaciones y mejorarnos en nuestro diario vivir. Esto
incluye mejores relaciones con otras personas.
¿Está usted satisfecho consigo mismo? Si lo
está, tiene buena imagen de sí mismo. Pero por desgracia, existen muchas
personas que pasan la mayor parte de su vida pensando que no valen nada, o muy
poco, estas personas esperan ser engañadas, pisoteadas, menospreciadas por los
demás y como siempre esperan lo peor, eso es lo que atraen y generalmente
viven. Como defensa se ocultan tras un muro de desconfianza y se hunden en la
soledad y el aislamiento.
Cuando
una persona cree que es de poco valor se siente desesperada y se pregunta:
¿Cómo puede alguien tan inútil enfrentar la vida? Este sentimiento de
inferioridad es el resultado de muchas experiencias frustrantes que la persona
ha tenido a través de su vida. Al reconocer que tenemos una imagen pobre de
nosotros mismos, sería saludable auto examinarnos. Hacernos preguntas tales
como:
¿Puedo resolver o manejar una situación de
crisis?
¿Puedo yo hacer frente a la presiones de la
vida?
¿Reconozco mi propia opinión y valor?
¿Me controlan las circunstancias, siento que
me empujan los demás con sus ideas y lo
que hacen?
¿Tengo tendencia a seguir a seguir a los
demás?
¿Estoy siempre a la defensiva? ¿Me comporto
en forma desagradable con los demás?
Si no está satisfecho con las respuestas a su
autoexamen, es hora
De cambiar.
Para superar problemas de personalidad, en
primer lugar es importante tener una relación personal con Jesucristo, ver en su muerte y resurrección la
verdadera esperanza para nuestra vida. Confiar en Cristo significa reconocer
que él se sacrifico para que hoy tuviéramos la oportunidad de recibir un cambio
profundo en nuestra personalidad.
Conoceremos lo que realmente somos, personas encerradas en nosotras
mismas, buscando a tientas las respuestas que necesitamos y una paz interior.
Por eso Jesucristo nos toma de la mano, nos ensena, nos capacita y nos guía
hacia lo bueno, lo sano y lo perfecto.
En segundo lugar, el desarrollo de una
personalidad sana es aceptar la verdad de las sagradas escrituras, la palabra
de Dios es la base sobre la cual podemos edificar un sentimiento positivo sobre
nosotros.
La biblia nos ensena que somos incapaces de
encontrar respuestas acertadas para tener una personalidad realizada y
tranquila, pero también nos asegura que hay esperanza y esta se encuentra en
Jesucristo.
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