"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


domingo, 1 de noviembre de 2015

LA TRAMPA DE LA AMBICION


¿Recuerda  la historia del rey Midas? Este rico rey nunca estuvo satisfecho con todo lo que poseía. Esa avaricia  lo llevó a pedirle a Dionisio, quien, según la leyenda, le concedió el deseo de que todo lo que tocase se convirtiera en oro.  El Rey Midas estuvo muy contento con esto  pues vio realizado su deseo y cada cosa que tocó se convirtió en oro.  El problema vino cuando intentó comer, pues todo a su toque era oro.  Fue entonces cuando aquel deseo, que parecía tan excelente, se convirtió en una maldición. 
Esta historia nos nuestra cuán dañina puede ser la ambición.  El diccionario define ambición como: “Pasión por conseguir poder, dignidades, fama, etc

La pasión por las riquezas nos puede acarrear más de un problema.  La Biblia dice: “Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de males”.  (1 Ti. 6:10)  No es que vivamos sin aspiraciones sino que no seamos presa de la ambición. Esta tiene el potencial de cegarnos y no darnos cuenta que en el esfuerzo desenfrenado por enriquecernos, podemos  perder lo poco que tenemos.  En nuestro esfuerzo con conseguir dinero para darles una mejor educación a los hijos, perdemos los hijos.   En nuestro afán por tener dinero y poder pagar un buen seguro médico, perdemos la salud.  Y en nuestra lucha por adquirir una casa perdemos el hogar. Jesús nos enseñó que no podemos amarlo a Él y a las riquezas, entonces, démosle todo el corazón y él nos dará su reino y suplirá todas nuestras necesidades.

La seducción de lo material nos distrae de las verdaderas riquezas. 

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