“Ninguno tenga en poco tu
juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor,
espíritu, fe y pureza.” I Timoteo 4:12
Inicié
a caminar en la fe de Jesucristo a los 17 años. A esa edad, se podría
considerar que uno no tiene un nivel de madurez suficiente como para tomar
decisiones serias. Sin embargo, no tanto
por mi caso, sino por tantos otros que tuve y he tenido siempre alrededor,
estoy convencida que la madurez no es directamente proporcional a la edad.
Crecí al lado de jóvenes extremadamente
talentosos, trabajadores, enfocados y llenos de convicción, que hacían
enriquecedora la experiencia de vivir la fe, acordándonos de Dios en nuestra
juventud. Músicos, maestros, predicadores, verdaderos obreros de la viña del
Señor. Cuando no contábamos con los
avances tecnológicos de hoy, ni con tantas facilidades de comunicación y
transporte, reinaba la creatividad, el ingenio, las horas incontables de
ensayo, estudios y el dinamismo.
Y veo que hay referentes en la Biblia para
sustentar esta tesis: El caso de Timoteo a quien el Apóstol Pablo dedica 2
cartas en el registro Bíblico. A pesar
de su juventud, Timoteo fue un ministro experimentado y maduro, en medio de una
cultura griega que tenía devoción por las canas.
Por
su edad, Timoteo tendría que ganarse el
respeto de los demás mediante una vida ejemplar. La descalificación de los demás por
subestimar el potencial de un joven puede afectar su impulso y enfoque,
generando desaliento, pero es posible superar estos factores.
Hay seis áreas en las que Pablo exhorta al joven Timoteo a ser ejemplar:
1. Palabra: Su manera de hablar.
2. Conducta: Vida de integridad.
3. Amor: Mostrado en servicio sacrificial a los demás.
4. Espíritu: Su ser interior en coherencia con el exterior.
5. Fe: Fidelidad a Dios, compromiso.
6. Pureza: Moral y sexual.
De
esta forma, se compensa cualquier desventaja que pudiera atribuirse a la
edad a los fines de ser un obrero
aprobado por Dios. Cuando se tiene victoria sobre estas áreas, se demuestra que
muchos tropiezos atribuibles a la inexperiencia no necesariamente se pueden
justificar y de hecho, se pueden evitar. Y ya, cuando el inexorable paso del
tiempo empiece a dejar secuelas en la vida física, habremos encontrado la
fórmula de rejuvenecer en nuestro ser interior.