Mostrando la Bandera Dominicana, en el Congreso de Lausana 2010, Ciudad del Cabo, Sudáfrica.
La bellísima simbología de la identidad
dominicana es única: La bandera de mi nación, con el escudo en el centro, tiene
significados de altísima relevancia para
nuestra nacionalidad. El escudo de la
Patria es un diseño sin precedentes: tiene una Biblia abierta en su centro,
citando la emblemática frase de Jesús “Y conoceréis
la verdad y la verdad os hará libres”.
(Juan 8.32).
Quienes
hemos leído y releído el ideario de Juan Pablo Duarte, notamos que su firme convicción
de fe es el motor y catalizador de su
causa independentista. Pero, como el
mismo prócer dijo: “Nunca falta quien deshaga con los pies, lo que yo hago con
las manos”, hoy escuchamos voces detractoras que propagan la intención de desarraigar
el libro sagrado de nuestro escudo y bandera, con todo su inefable y sublime legado. Pena de la vida si se atiende a tal insensatez;
sería como desconocer y descalificar a quienes dieron todo por la patria, y más
aún, desconociendo al supremo creador, siendo que la Biblia es la Palabra de Dios, y
es la fuente de los más nobles valores e ideales por los que se pueda regir un país,
una comunidad, una familia, una persona.
Por eso me entusiasma pensar también que la República Dominicana es el único país en
tener un Día Nacional de la Biblia,
instaurado cada 27 de septiembre, mediante la Ley 208-84. El Día Nacional de la
Biblia tiene su origen en San Pedro de Macorís, (mi pueblo natal). La iniciativa surge de dos miembros de la Primera Iglesia
Evangélica Dominicana y hoy se celebra en todo el país y se está replicando en
otras naciones hermanas.
¡Qué viva la Biblia!
¡Qué viva la República Dominicana!
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