"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


miércoles, 27 de marzo de 2019

FLAGELOS SOCIALES



PREJUICIOS Y DISCRIMINACIÓN
Los prejuicios y discriminación se entretejen de tal manera en nuestra sociedad que, hay personas capaces de promoverlos y defenderlos, aun sin contar con el sustento de la razón y la sensatez. Eso evidencia falta de conciencia respecto a valores tales como la dignidad del ser humano, la igualdad y  la inclusión. Menospreciar a una persona por su aspecto físico, por su color de piel, edad, condición social o educativa, por su nacionalidad, siguen siendo actos  que deben combatirse.

CODICIA Y CORRUPCION
La minoría contracultura, la referencia de integridad, el freno moral de una sociedad corrompida por la ambición de dinero maldito, deben ser los creyentes. ¡Qué pena y que miseria que también gente que se confiesa de fe desfile detrás de lo material, comprometiendo en su codicia, incluso la causa de Cristo!

CONCIENCIA, TENER O NO TENER
Usualmente pensamos que el malo no puede dormir bien, porque la conciencia no lo deja. Pero lo cierto es que talvez muchos malos sí concilian el sueño, porque carecen de conciencia. Yo pensando si algunos políticos y jueces duermen en paz. A lo mejor sí.

¿EL TIEMPO PASADO FUE MEJOR?
"Los jóvenes de hoy son unos tiranos: contradicen a sus padres, devoran su comida y le faltan al respeto a sus maestros" Frase de Sócrates, 470-399 Antes de Cristo!

Ignorar estas realidades es como querer tapar el sol un dedo. El hombre ha sido el mismo ayer y hoy. ¿Qué esperanza tenemos? ¿Hay algún remanente que haga la diferencia? Para pensar.



viernes, 15 de marzo de 2019

¿A QUIEN LE TOCA SERVIR EN EL MINISTERIO ?


“Por mucho tiempo el uno por ciento de la iglesia   (pastores y misioneros a tiempo completo) habían visto al otro 99% que no son “profesionales del ministerio” como los que tienen que sustentar a ese 1%.  Creo que tenemos que arrepentirnos de eso, y reconocer que gozosamente, la realidad debe ser que ese 1% existe para apoyar el ministerio del 99% compartiendo la visión y equipándolos de modo que toda la iglesia sea movilizada y completar así el cuerpo de Cristo. Sea que seas un ministro, un médico, un deportista, lo que seas, Dios te ha dado un ministerio y te ha dado dones para llevarlo a cabo”

-- Michael OH, director de la GWF (Foro Global de Trabajo del Movimiento  Lausanna) --

Escuché a Michael Oh expresar esto en alusión a la necesidad de que los cristianos dejemos de ver una frontera entre nuestra vida “secular” y la vida espiritual. Cada espacio dónde estemos y en lo que sea que hagamos laboral, académica y socialmente, somos enviados para “hacer ministerio”; pero reducimos la vida espiritual al “monasterio”, es decir, reducido a lo que hacemos bajo el techo y los límites de las paredes del templo.

El domingo pasado, al salir del templo de mi iglesia de origen en San Pedro de Macorís, tuve el agrado de saludar a uno de los ancianos (de edad) de la congregación, padre de una generación de hombres y mujeres que sirven fielmente al Señor. Ese señor, de 89 años, me decía con tristeza y lamento que él ya no podía responder al entusiasta llamado que hizo el pastor esa mañana, de anotarse en los grupos de evangelismo que salen a visitar, porque de repente puede sufrir uno de esos vértigos que en su vejez le aquejan. Recordó y me mencionó los viejos tiempos (más de 50 años) que acompañaba a los misioneros y jóvenes de pueblo en pueblo a tocar puertas y ganar almas.  Yo intenté consolarlo diciéndole que el Señor debía estar muy complacido del servicio que él ha prestado, que hizo ministerio no solo a los de afuera, sino ganando a sus propios hijos, y que ahora, además de orar por los que sí pueden ir, él aún puede evangelizar a aquellas personas que Dios le acerque, aunque él no pueda salir.

En resumidas cuentas, tiene razón Michael Oh, todos los días y en todas partes, el 100% de la iglesia tiene el compromiso, la responsabilidad, el privilegio y la oportunidad de proclamar el evangelio, siendo embajadores por medio de los cuales Dios reconcilie consigo al mundo.