Estamos en la era post
moderna. La historia humana registra que ya hemos pasado por dispensaciones de esclavitud,
industrialización, del mundo empresarial corporativo y la era digital. Aun convivimos con cada uno de
esos modelos de economía en un grado u otro en diversas modalidades y entornos.
Por otro lado, se ha dicho y reiterado que si usted no quiere o no puede pasar toda su vida en el rol de empleado debe
emprender. Si usted quiere poner las reglas, definir su misión, visión, estrategias y objetivos, debe
emprender.
Estamos por así decirlo, en la era
del emprendimiento. La bibliografía al respecto a estas alturas en
abundante. Los Gurúes dictan todas las
pautas para los que se quieren lanzar al ruedo de iniciar su propio negocio.
Entonces pienso en el contexto:
El joven privilegiado, recién egresado
de la universidad, que no quiere seguir la línea profesional de sus padres y
decide establecer su propio negocio, pero cuenta con una base que garantiza un
inicio sin mayor riesgo de fracaso, con
un horizonte bien definido en cuanto a
rentabilidad y crecimiento.
Y está el ciudadano de a pie,
humildemente situado en la base de la pirámide, con recursos escasos, insuficientes para la vida cotidiana
digna. El ciudadano que se levanta de una cama incómoda, bajo un techo
vulnerable, en un populoso sector marginado. El ciudadano que se levanta muchas
veces sin tener garantía de lo que va a
comer. El ciudadano cuya escasa escolaridad
limita su acceso a empleo, y por tanto le priva de acceso a seguro de salud. Esa
persona, si quiere sobrevivir, tiene que emprender.
Y es ahí donde he visto y vivido el
emprendimiento en mayor medida: Recuerdo las experiencias de pequeños negocios
que mi familia desarrolló a lo largo de toda nuestra etapa de niñez y
adolescencia. Veo las madres ingeniosas que venden helados, dulces, que tienen
talleres de costura o pequeños salones de belleza paralelo a su rol de ama de
casa. Veo a los que tienen su pequeño negocio de venta de ropa, accesorios,
artesanías. Veo al técnico emprendedor
que da servicio privado de electricidad, plomería y otras necesidades
domésticas… ¿Qué les falta para ser reconocidos como emprendedores? Tal vez,
apoyo financiero, asesoría para administrar sus finanzas y algunas técnicas de
mercadeo y ventas…
Como digo, emprender ha existido
desde que existen las necesidades humanas y alguien tiene que responder a
ellas. El emprendedor de hoy tiene el reto de descubrir cuál es esa necesidad a
la que tiene la oportunidad de responder, definir cómo la va a financiar, y
cómo la va administrar.
Las historias de superación que
muchos cuentan son excelente fuente de inspiración. La determinación de trabajar con disciplina, constancia, fe, sumado a la búsqueda de aprender cómo
hacerlo mejor cada día, son los ingredientes idóneos para quien quiere hacer
camino al andar. ¡Si se puede!