Leyendo la Biblia en Tito capítulo
2 he encontrado la exhortación del apóstol Pablo a los creyentes,
segmentándolos por edad y género. A los
hombres, mayores y jóvenes y a las mujeres mayores y jóvenes y a les invita a modelar una serie de
cualidades que varían entre un grupo y otro. Sin embargo, una palabra en común
que se repite para cada segmento resaltó ante mis ojos de manera particular,
una condición que se espera acompañe a
todo cristiano sea joven, maduro, hombre o mujer: Prudencia.
La prudencia se define como “Actuar o hablar con cuidado, de forma
justa, adecuada, con cautela, moderación, previsión, reflexión y sensatez para evitar posibles daños,
dificultades, males o inconvenientes.”
La prudencia implica consideración
a uno mismo y a los demás, respeto, dominio propio, capacidad de pensar y
disciplina. Es hermana de la sabiduría y
de la responsabilidad. Puede ser esa
“voz de la razón” que a veces ignoramos para luego lamentarnos.
La prudencia contrasta con la
temeridad, con el actuar compulsivamente y con el hábito de ser inoportunos.
Sin embargo, es bueno señalar también que la prudencia en exceso puede tener sus
desventajas, porque, a causa de ella, nuestro nivel de “atrevimiento” para
realizar algunas acciones puede verse frenado. Es importante entonces verificar
si la estamos confundiendo con timidez.
La timidez puede impedirnos hacer una llamada, tocar una puerta,
emprender alguna iniciativa, e incluso sufrir por prolongar enfrentar
situaciones que requieren confrontación, etc. Entonces estaríamos en el plano
de las excusas como aquella frase: “El
león está fuera, seré muerto en la calle” (Proverbios 22.13). La prudencia
actúa oportunamente, por lo cual, los resultados son mejores.
Pero la falta de prudencia provoca
muchos problemas y muchas desgracias:
conflictos, problemas de salud, problemas financieros, accidentes de toda magnitud, guerras entre
naciones, y un largo etc.
Mi lectura de Tito capítulo dos,
reitero, me guía a pensar que la prudencia es indispensable en cada etapa de la
vida, para una mejor convivencia, para prevenir o mitigar situaciones no
deseadas.
“Sé
prudente. Lo mejor en todo es escoger la ocasión.” --Hesíodo
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