La Biblia es un elocuente manual de comunicación. Este proverbio que hoy comparto contiene una poderosa declaración, muy conveniente consejo para mejorar la forma en que administramos nuestro uso de las palabras.
Podemos reservarnos algunos juicios
y algunas opiniones en las que tengamos
diferencia con otros. Aun consideremos ser portadores de la razón, desde la perspectiva
del otro, nuestras expresiones pueden sonar rudas, descalificadoras, y hasta
sentencias que no nos corresponde dictar. Si somos recurrentes en esta actitud,
el resultado podría ser crear una imagen negativa de nosotros, ahuyentar amistades y enfriar relaciones que
de otra forma serían enriquecedoras.
Es bueno documentarse sobre los
asuntos que a uno le gusta conversar, no
para ganar discusiones, sino para entender mejor a los demás, detenerse a
escuchar qué piensa el otro y por qué antes de exponer (no imponer) nuestros criterios porque, de otra manera, nuestra actitud puede interpretarse como “ Yo soy el que sé y
usted es el ignorante”. ¡He aquí la ruina!
"Hablar" actualmente aplica también a lo que
publicamos, reenviamos o compartimos en las redes sociales. Es importante
cuidarse de no difundir información no comprobada. La mayoría que consume
noticias falsas puede reaccionar y actuar en base, justamente, a información
errada.
Hablar para construir es expresar
de forma edificante, constructiva, nuestras ideas, crear conciencia, convencer
con cortesía, con amabilidad, con respeto y consideración. La lengua de los sabios, dice otro proverbio
bíblico, es medicina.
La comunicación es para construir puentes que nos conecten, unan y acerquen. Es para construir relaciones sobre bases sólidas y armoniosas. Hablemos para construir!
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