Simeon and baby Jesus by Andrey
Shishkin
Creo que la mayoría de las personas tenemos en común
cierto grado de impaciencia. ¡No nos gusta esperar! Para muestra, algunos casos
cotidianos:
·
Hacer
fila o esperar nuestro turno para ser atendidos en alguna institución de servicios
nos parece a veces una eternidad. En algunas salas nos entretienen con
pantallas de televisión.
·
En el
teléfono tenemos que escuchar música o anuncios mientras se desocupa un
representante de servicio al cliente.
·
En el
tránsito nos estresamos esperando que la luz roja finalmente cambie a verde.
·
En
esta era de conectividad, ni siquiera toleramos los segundos que puede tardar
descargar un archivo en internet.
Estos son casos en los que, dependiendo de nuestro
nivel de disciplina personal, podemos ser más o menos tolerantes.
Pero hay esperas más trascendentes, en las que
ciframos una relevante inversión de fe y anhelos. Esperas que pueden resultar
tan prolongadas, que nos puede tomar años ver el resultado esperado, esperas que
no tenemos precisión de fecha y hora, y por tanto requieren que estemos más
alertas. Proverbios 13:12 nos dice que la esperanza que se demora es tormento
del corazón, es decir, hay esperas que pueden significar una gran inversión de
ansiedad que afecta nuestra salud emocional y física.
La Biblia cuenta de dos personas, que coincidieron en
un momento cumbre de sus vidas, cuando tuvieron la oportunidad de ver cumplido
lo que esperaron por muchos, muchos años. La cita Bíblica es Lucas 2: 21-38.
Simeón, un anciano habitante de la ciudad de Jerusalén,
es descrito como un hombre justo y piadoso. Hasta ese momento del registro bíblico,
Simeón es de las pocas personas de las
cuales se dice que el Espíritu Santo moraba en él. Este hombre había recibido
una promesa divina, de que no moriría hasta que viese al ungido de Dios, el mesías
esperado de Israel. El mismo Espíritu
Santo guió a Simeón a acudir al templo en el preciso momento en que José y
María fueron a presentar a Jesús ante el Señor.
La continuación de proverbios 13: 12 es que “El
deseo cumplido es árbol de vida”. No está claro cuántos años esperó Simeón,
pero sin duda, al tomar al bebe Jesús en sus brazos, expresó con gozo una bendición
a Dios manifestando que su espera estaba satisfecha, que se sentía plenamente
realizado, al ver la salvación que Dios había preparado para todos los pueblos.
En paralelo tenemos también a Ana, anciana de una
historia magnífica de consagración a Dios, pues no se apartaba del templo,
enseñaba la palabra de Dios y practicaba disciplinas espirituales como el ayuno
y la oración. Ana enviudó muy joven y sin hijos. Desde entonces se dedicó a
servir, desarrollando una vida fructífera con profundo sentido y propósito. Ver
al niño Jesús fue como la consumación de una larga espera. Es uno de los
primeros eventos en que una mujer habla de Jesús a todos los que esperaban la
redención de Jerusalén.
Reflexiones personales:
¿Estoy segura de si Dios me ha guiado a esperar por
alguna cosa o situación? Por supuesto, más de una cosa y más de una situación,
hacer una lista es buena idea.
¿Qué puedo hacer para que la espera sea provechosa en
vez de ser incomoda?
·
Puedo
orar y ayunar como Ana
·
Puedo
vivir en justicia y piedad como Simeón
·
Puedo
servir, ya que estar ocupada en buenas obras siempre hace que el tiempo de espera
sea bien invertido.
Oración: Ayúdame Señor a saber esperar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sus comentarios son bienvenidos!