lunes, 30 de junio de 2025

DESEO INTENSO, SATISFACCIÓN INMENSA

 

Basado en el Salmo 63

Cuando el rey David escribió el Salmo 63, se encontraba en el desierto de Judá. Lejos de la comodidad, del templo y de su trono, expresó una necesidad mucho más profunda: “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela” (Salmo 63:1).

Este deseo no era pasajero ni producto de una sola experiencia espiritual. Era el anhelo constante de un corazón que conocía a Dios de manera personal. No deseaba simplemente los dones de Dios, sino a Dios mismo. En su alma ardía una sed que solo el Señor podía saciar. Y lo sabía porque ya había probado de Su bondad: “Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán” (v. 3).

Esa clase de satisfacción —una inmensa satisfacción— no se alcanza de forma inmediata. Requiere una búsqueda intencional, profunda, perseverante. Viene como resultado de la meditación prolongada en la Palabra. Al pasar tiempo con Dios en oración y estudio, el velo espiritual comienza a levantarse. Podemos ver más claramente Su gloria reflejada en las Escrituras, como dice 2 Corintios 3:18.

Hoy, puedes hacerte algunas preguntas prácticas: ¿Cómo estás usando tu tiempo? ¿Qué espacios estás apartando para encontrarte con Dios? Pídele sabiduría para redimir tus días y el deseo de volver tus ojos a Su Palabra. Ora también para que Él abra tu entendimiento, de modo que puedas ver Su gloria y experimentar una relación más íntima con Él.

Cuando buscamos a Dios de esta manera, con todo nuestro corazón, Él nos satisface como nadie más puede hacerlo. Nos da firmeza, claridad y propósito. Y desde esa plenitud, podemos vivir con valor, haciendo declaraciones audaces de fe que honran Su Nombre.

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