El Salmo 16 es una joya de confianza y esperanza. En sus once versículos, identificamos al menos 9 conceptos que definiremos con la letra “P” y que resumen la experiencia espiritual de David: Petición, Proclamación, Presencia, Personas, Provisión, Percepción, Paz, Promesa y Profecía. Cada una de estas áreas revela cómo Dios se manifiesta como nuestro refugio y guía en todas las etapas de la vida.
David
comienza con una petición y una proclamación sincera: “Guárdame, oh Dios (petición), porque
en ti he confiado (proclamación)” (v.1). Su vida estaba en peligro o bajo
presión, no especifica qué le sucedía en este caso, pero su primer instinto es
correr a Dios. Él sabe que solo el Señor puede protegerle de verdad.
Luego
afirma con claridad la importancia de la Presencia de Dios: “No hay para mí
bien fuera de ti” (v.2). Nada en el mundo puede compararse con estar cerca de
Dios. Esa cercanía es su mayor bien y su verdadero refugio.
En
el siguiente versículo, David da gracias por las personas que lo rodean: “Los
santos… son toda mi complacencia” (v.3). Dios nos coloca junto a otros
creyentes para animarnos, fortalecernos y ayudarnos mutuamente a perseverar. Es
bueno tener un inventario de la gente que Dios usa para bendecir nuestras
vidas.
Con
gratitud, reconoce la generosa Provisión divina: “La heredad que me ha tocado
es hermosa” (v.6). Hay satisfacción, estabilidad y seguridad en lo que Dios da,
incluso si no siempre es lo que esperábamos. Veamos esta provisión más allá del
aquí y ahora, es trascendente.
En
el versículo 7, David celebra la Percepción espiritual que Dios le da: “Me
aconseja… aun en las noches”. Su corazón es instruido por el Señor incluso en
el silencio. Esa guía constante nos prepara para tomar decisiones sabias. En
nuestros desvelos es bueno aprovechar para convertir cada pensamiento en una
petición de sabiduría y consejo de parte del Señor.
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