Uno de los cargos que con mayor frecuencia debía reclutar durante mi carrera en Gestión Humana era el de Cajero. Al entrevistar candidatos con experiencia, solía preguntarles si habían tenido la ocasión de detectar billetes falsos. La mayoría respondía que sí, y que el uso de dispositivos para verificar la legitimidad de los billetes les facilitaba mucho el trabajo.
En
una ocasión recuerdo haber profundizado con un candidato y le planteé:
—¿Qué harías si no tuvieras una máquina que te ayudara?
Él
me respondió con seguridad:
—Si eres un cajero
entrenado, no es difícil. El entrenamiento consiste en conocer bien todas las
características del billete verdadero. Cuando lo conoces a fondo, cualquier
falso, por idéntico que parezca, se puede identificar.
Esa respuesta se grabó
en mí, porque entendí que el mismo principio aplica a la realidad de la cultura
en que vivimos: una sociedad saturada de información falsa, manipulada y
tergiversada, que hoy alcanza niveles desproporcionados con la comunicación viral.
Vivimos en una era de maleantes informáticos que lanzan trampas para engañar y
defraudar sin escrúpulos.
¿Cómo
evitar caer y ser víctimas de la falsedad y el engaño?
Técnicamente, existen
instrucciones y advertencias para orientarnos cuando surgen dudas o confusión.
Pero
espiritualmente, ¿qué hacer? Para reconocer lo falso, necesitamos estar
impregnados de la Verdad. Jesús dijo: “Yo soy el camino,
la verdad y la vida” (Juan 14:6). Y antes de ir a la cruz oró así
por sus seguidores:
“Yo les he dado tu
palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy
del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así
yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que
también ellos sean santificados en la verdad”
(Jn 17:14-19).
Aferrarnos
a las verdades eternas reveladas en la Biblia, la Palabra de Dios, nos da
discernimiento y sabiduría para vivir a salvo del error y la falsedad. Y
además, nos capacita para ayudar a otros a conocer también la Verdad en
Jesucristo.
“Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna” (1 Jn 5:20).