miércoles, 10 de septiembre de 2025

CANTANDO EN TIERRA EXTRANJERA

El Salmo 137 nos recuerda la nostalgia de los israelitas en Babilonia, quienes, lejos de su hogar, preguntaban: “¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños?” (Salmo 137:4). Esta pregunta resuena en mi experiencia personal, pues de un tiempo a esta parte me ha tocado cantar, orar y estudiar la Biblia en otro idioma. 

Aunque no sea por exilio o por cautiverio, ser extranjero siempre tiene sus retos. Vivir en una cultura diferente implica adaptarse a mentalidades, feriados, usos y costumbres que no siempre se sienten propios. También hay momentos nostálgicos en los que el corazón busca reconectarse con aquello que considera parte de su esencia. En mi caso, evocando mis primeros días de fe, recordé los himnos que marcaban las reuniones en mi antigua congregación. Decidí buscar  y comprar en línea un ejemplar  del himnario de mi juventud.

Cuando finalmente llegó a mis manos, comencé a susurrar aquellos viejos himnos, transportándome a momentos muy gratos de alabanza y adoración en el idioma de mi corazón. Fue como si, a través de esas canciones, mi espíritu hallara un refugio en medio de lo desconocido, afirmando que Dios trasciende idiomas y fronteras.

Hoy sé que cantar en tierra extranjera es un acto de confianza y esperanza. Es declarar que, sin importar dónde estemos, seguimos siendo del Señor y Él sigue siendo fiel.

Cantar en tierra extranjera puede parecer difícil, pero es un acto de fe que nos conecta con el Señor y nos recuerda que somos peregrinos en esta tierra, pertenecientes a un hogar eterno que nada ni nadie puede quitarnos.