Las emblemáticas antenas de Radio
Trans Mundial en Bonaire, la isla holandesa en el Caribe, siguen cautivándome.
En mi más reciente estadía de cinco semanas allí, tuve la oportunidad de
disfrutarlas por dentro y por fuera. Por dentro, toneladas de cobre en sus
bases se entrelazan en un diseño de ingeniería que transforma los programas en
ondas sonoras. De día, recorres toda la isla sin perderlas de vista. Desde el
mar, en un paseo nocturno en bote, sus luces son imperdibles. Me admiro del
coraje de los jóvenes que escalan más de 750 pies de altura para darles
mantenimiento.
Cada vez que una señal radial
atraviesa fronteras, alcanza islas, selvas, ciudades y desiertos, se cumple un
pedazo de esa visión profética. Las ondas invisibles llevan un mensaje eterno
y, aunque no podamos verlas, su fruto es evidente: vidas restauradas, corazones
consolados y fe naciendo en lugares impensados.
Quizás no todos podamos predicar
desde un púlpito, pero cada palabra transmitida es una semilla sembrada. Y tú,
al orar, apoyar o simplemente escuchar, también eres parte de esta misión.
Oración: Señor, permite que tu Palabra siga corriendo con poder, alcanzando corazones heridos, trayendo luz a la oscuridad y llenando la tierra de tu gloria, como las aguas cubren el mar.
Publicado originalmente en el
devocionario de RTM, “Esperanza al Alcance”


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