“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros… lleno de gracia
y de verdad.” --Juan 1: 14-17
La Navidad nos recuerda
un misterio profundo y cercano a la vez: Dios no se quedó distante, sino que se
hizo carne y vino a habitar entre nosotros. El Verbo eterno se hizo visible,
tocable, cercano. En Jesús, la gloria de Dios se manifestó no con poder imponente,
sino con gracia, verdad y amor.
Juan
nos muestra que, en Cristo, recibimos “gracia sobre gracia”. No es una gracia
limitada o pasajera, sino abundante, renovada cada día. La ley reveló el
camino, pero Jesús vino a mostrarnos el corazón del Padre. Él no solo enseña la
verdad; Él es la verdad vivida entre nosotros.
En
Navidad celebramos que Dios eligió entrar en nuestra historia, caminar nuestras
calles y comprender nuestras luchas. Su luz sigue brillando en medio de la
oscuridad, recordándonos que no estamos solos. Al contemplar al Niño que vino
del cielo, somos invitados a recibir de su plenitud y a vivir transformados por
su gracia y su verdad.

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sus comentarios son bienvenidos!