Hace unos días que llegó aquí una invasora
No sé qué quiere, por qué vino, ni a qué.
No la conozco, no la había visto antes,
La noto pálida, demacrada, ansiosa,
Un poco hostil, algo amargada y antipática.
Se mira en mi espejo y casi se asusta
Ha perdido el pelo, tiene manchas en la cara
Ojos hundidos, aturdidos y rojizos.
Se dobla hacia atrás agobiada por un dolor
Y luego hacia adelante
Como si algo de repente se clavara en su vientre.
Se lleva las manos al cuello como si la cabeza
Fuese a estallar, tiembla y suda.
La invasora no tiene apetito,
Su menú es escaso, desabrido, descolorido
Abre mi armario y no le gusta nada,
Ve mis vestidos de colores y se los prueba
Pero no los lleva. La invasora elige vestir de luto,
Porque así está lista para dar el pésame donde
Se haga necesario.
La invasora está agotada, quiere dormir aquí,
Pero no duerme ni me deja dormir
Se levanta conmigo, madruga,
Se sube a mi auto, y viene a invadir mis espacios
Y en vez de ayudar me estorba
Y en vez de ayudar me desconcierta
Y en vez de ayudar me retrasa.
Y después que hace mi día infructuoso
Viene de nuevo conmigo a casa.
Y sugiere que deje al polvo sepultarlo todo
Y dice que solo vale la pena
echarle agua a las flores,
Cree que le pueden servir,
de cualquier manera.
Se le olvida que son mías.
28-8-2011