El
nombre de Terry
Francona ha de
estar escrito en letras doradas en los capítulos más luminosos de historia de los Medias Rojas de Boston. Apenas asumió
como manager del equipo, bajo su gestión se hizo posible la hazaña que por
décadas no se había logrado: ganar la serie mundial en el 2004 y una
segunda vez en el 2007. Desde entonces, parte de mi interés al ver algunas
entradas de los partidos
que jugaba el equipo,
era detenerme a estudiar el rostro,
gestos y expresiones de su dirigente. Yo percibo que el equipo no es el mismo
luego de su ausencia.
Pero
Independiente de las simpatías y de los efectos mediáticos que el fanatismo
deportivo genera, el beisbol es un negocio. Y si ningún jugador es en sí un
activo fijo para ningún equipo en esta industria, tampoco lo es un
manager. Francona pasó de ser un
excepcional y exitoso gerente a ser analista para un medio de comunicación deportivo. Hoy, desde fuera del terreno, no toma
decisiones, sino que pondera las que otros toman, plantea escenarios, opciones,
diagnósticos y pronósticos.
Del
deporte siempre hay incontables lecciones gerenciales en las que reflexionar. A propósito de Francona me vienen a la mente
dos proverbios:
Uno: Si no pasas la antorcha, se te puede quemar
la mano. No se qué momento es ese, pero a nivel gerencial, puede haber un
punto en el que alguien, independientemente de los logros alcanzados en el
ejercicio de su liderazgo, siente que debe dejar un puesto de dirección, u
otros que tienen el poder de decidirlo son los que dan el paso de removerlo. En
el segundo caso, la tentación de retener el poder más allá de lo prudente o
establecido, puede viciar una gestión. He usado aquí el término liderazgo,
porque el poder de la influencia trasciende a la autoridad inherente a una posición.
Por eso es posible una transición de gerente a consultor, de ejecutor a facilitador.
Dos.
Quién
está en la selva no ve los leones. Los que han salido del terreno de
juego no tienen la responsabilidad de
las decisiones, pero tienen el expertise para guiar a quienes sì la tienen; son
capaces de ver un cuadro más amplio que aquellos que están en plena acción. De ahí
la relevancia de contar con un acompañamiento óptimo a nivel gerencial,
provisto por un elemento externo, no afectado por intereses ni subjetividades,
que en un momento dado refuerce a un equipo para mejorar su estrategia, aclarar
su visión, considerar sus opciones y consecuencias y que finalmente pueda
alcanzar sus propias conquistas.
Por
tanto, después de llegar a la cumbre, ¿Qué? ¿Bajar a vivir en el ostracismo
autoimpuesto? De ninguna manera. Cuando algunos se dan por retirados de la
pelea, otros dicen: “Ahora es que comienza la batalla”.
-Gthompson, 21-6-12
-Gthompson, 21-6-12
Excelente manita!!!!
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