Te duele garganta. Te
has descubierto nódulos dolorosos o
sensibles en el cuello o las axilas. Sientes dolor inexplicable en los
músculos, sobre todo en la espalda, dolor que se mueve de articulación a
articulación. Dolores de cabeza muy diferentes a los que sufrías usualmente.
Sientes un huracán en tu estómago. Te has dado cuenta que últimamente tienes problemas
con la memoria o con tu concentración Y para completar, tienes problemas para
dormir.
¿Sabes qué? Estamos
hablando de fatiga crónica.
Encontré datos de
que los síntomas pueden ser producidos por un sistema de inmunidad que no está
trabajando muy bien. O puede ser causado por algún tipo de virus. Pero también
simplemente puede deberse a que te has sobrecargado de trabajo, tu vida se ha
vuelto un afán permanente. No hay cómo relajarse.
Algunos síntomas,
como los dolores musculares, problemas al dormir y ansiedad, se pueden tratar
con medicamentos. Hasta ahora, no hay medicina que cure el síndrome por
completo, pero la mayoría de pacientes se mejoran con el tiempo.
¿Cómo enfrentarlo?
Los especialistas aconsejan que mantengas
un diario identificando las horas en que sientes más energía y que planees tus actividades para estas horas. (Si
te es posible, claro)
Tambien sugieren que mantengas un
nivel de actividad y ejercicio que esté en acuerdo con tus habilidades. Tu
doctor puede ayudarte a hacer un plan de ejercicio para mantener tu fuerza a
cualquier nivel que sea posible. Hay medicinas que, si tu médico te las indica, pueden ayudarte a dormir mejor,
lo que puede mejorar la concentración y la memoria.
Si tu memoria y
concentración sufren los efectos del síndrome de fatiga crónica, mantén una
lista y haz notas para acordarte de cosas importantes. También, date tiempo
para hacer cosas que requieren concentración.
La fatiga
te afecta física, emocional y socialmente. Cuando haces frente a
estos factores, tienes la mejor
posibilidad de sobreponerte a la enfermedad y sentirte más satisfecho/a con tu
vida.
Pero hay un estado
del alma que vas allá de la fatiga física. Cuando en nuestro interior sentimos
que no podemos más, las promesas de la Palabra de Dios nos abren un camino
hacia el descanso espiritual:
ISAÍAS 40:28 – 31
dice:
¿No has
sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de
la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay
quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no
tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y
caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas
como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Pide descanso a
Jesús, quien ha extendido una invitación a todo aquel que esté trabajado y
cargado. Podemos orar: “Señor ese dame descanso hoy.” Amén.
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