La
tendencia en nuestro mundo es medir el éxito en términos financieros. La riqueza
es sinónimo de libertad y en algunos casos, de felicidad. Pero es necesario
pensar que si en realidad es así, entonces
las grandes mayorías están sentenciadas a una vida infructuosa e infeliz. Las necesidades son ilimitadas y los recursos
muy mal repartidos en un mundo de desigualdad en la distribución de las
riquezas.
La
fe cristiana, basada en la Biblia, ofrece abundante enseñanza respecto al lugar
que corresponde al dinero y los bienes en la vida del ser humano. Todos
necesitamos dinero, algunos lo perciben como un mal necesario, otros lo persiguen
como a un dios, como un fin en sí mismo, y son capaces de “vender su alma”, delinquir
y matar por él. Para otros tantos, el dinero no es ni bueno ni malo, sino, un
medio, un instrumento para el logro de otros propósitos.
Pero
uno se pregunta: ¿Qué tanto dinero es mucho?, ¿Cuánto es lo ideal?
Yo
pienso que se debe tener una cosmovisión
prudente del dinero, de cómo obtenerlo y de cómo administrarlo. La Educación financiera que hoy tanto se
promueve, es muy útil, para que, ante la realidad de recursos escasos, las
personas aprendamos a tener un presupuesto conforme al cual regirnos, tener
clara la utilidad de trazarnos metas y ahorrar para lograrlas, así como tener la habilidad de generar recursos
adicionales mediante la creatividad y las inversiones adecuadas. El
disciplinarnos ante la presión de una sociedad de consumo hoy día es un acto de
heroísmo, pero es, indispensable.
Tener
ambiciones es legítimo, siempre que no caigamos en el ámbito de la avaricia.
Por cierto, la Biblia dice que “El amor al dinero es la raíz de todos los males”.
Es
loable que, a medida que avanzamos perseverantes en nuestro intento por llegar
a la libertad financiera, recordemos la
generosidad como una práctica gratificante, pues no hay bienestar completo
cuando somos egoístas e indiferentes ante la necesidad de aquellos que tienen
menos que nosotros.
De
lo mucho o lo poco que pase por nuestras manos, sepamos repetir el milagro de
los panes y los peces, dando gracias a Dios y compartiendo con el prójimo.
En
resumidas cuentas, el dinero es importante, es necesario y es el instrumento
para garantizar una calidad de vida digna a todo ser humano.
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