Un tema recurrente en obras
de literatura y cine, es el fenómeno de seres que al dejar esta vida continúan gravitando
en este mundo, ya sea porque dejaron algo pendiente de solucionar o porque alguien los invoca. Estas historias cautivan a algunos, a otros
los asustan.
El diccionario define “Fantasma”
como como una figura irreal, imaginaria o fantástica y normalmente incorpórea,
que alguien cree ver; especialmente, la imagen de una persona fallecida que se
aparece a alguien más. Para algunos es pura superstición, para otros una
realidad casi “palpable”, arraigada en creencias populares ancestrales.
La Biblia no da soporte
alguno al tema, sin embargo, sí hay citas bíblicas que dan por sentado que en
aquellos tiempos antiguos también era común la creencia o percepción de que era
posible ver o comunicarse con el espíritu de algún fallecido.
Quizá en la ficción, la más patética
versión del fantasma es el de aquel que no se ha dado cuenta que está muerto y
pretende que todo debe continuar normal en lo que era su entorno y su dinámica de
vida; por ejemplo, el filme Sexto Sentido, en que Bruce Willis interpreta a un psicólogo
que trata a un pequeño con un aparente trastorno de personalidad.
¿Por qué abordo este tema?… ya voy al grano.
Esta semana escuché una cita bíblica que me
estremeció. Jesús, en el libro de Apocalipsis capítulo 3, verso 1 le dice al
líder de una iglesia “…Tienes fama de que
vives y estás muerto”. Y asumí que, sin tener que caer en creencias
esotéricas, se puede uno creer que vive y estar moral, social o espiritualmente
muerto. Es posible llegar al punto en que no seamos más que un fantasma, un
leve recuerdo de lo que fuimos alguna vez y ya no somos. Podemos pretender que
todo está igual o mejor que siempre, negando la realidad y manteniendo una
fachada o un visaje de lo que en algún momento fuimos y creemos ser aun. Es un
autoengaño.
Jesús insiste: “Ya tus buenas intenciones están casi muertas. Despierta y fortalece
tu ánimo para hacer lo que todavía te falta, porque he visto que aún no has
terminado las obras que Dios te mandó hacer. Así que no
olvides lo que has recibido y escuchado; obedécelo y cambia. Si no despiertas,
vendré a ti de repente como un ladrón y no sabrás en qué momento te sorprenderé.”
Si experimentamos
la sensación de que Jesús aqui está hablando de usted o de mí, escuchemos su exhortación. Hay la posibilidad
de revivir, despertar, activarnos y regresar
al mundo real de los vivos, y ayudar a otros para que también encuentren vida
en abundancia.