Físicamente salí de Ecuador hace unos
días, pero mi corazón se ha regresado, conmovido, sacudido casi en la
proporción del terremoto, guiándome a pedir con algunas lágrimas por fuerzas de
lo alto para un pueblo de espíritu afable, que lucha, como muchos de nuestros
otros pueblos latinoamericanos, por rescatar la dignidad humana. Ecuador Ama La vida, por
tanto, este duelo será vivido, pero superado, a fuerza de unidad y esperanza. Los corazones
lastimados por las pérdidas serán consolados y la solidaridad será la principal
herramienta para que la gloria postrera sea mayor que la primera.
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