¿Quién de vosotros tiene un
siervo arando o pastoreando ovejas,
y cuando regresa del campo, le dice: “Ven enseguida y siéntate a comer”? ¿No
le dirá más bien: “Prepárame algo para cenar, y vístete adecuadamente, y sírveme hasta
que haya comido y bebido; y después comerás y beberás tú”? ¿Acaso le da las
gracias al siervo porque hizo lo que se le ordenó? Así también vosotros,
cuando hayáis hecho todo lo que se os ha ordenado, decid: “Siervos inútiles
somos; hemos hecho sólo lo
que debíamos haber hecho.” Lucas 17.7-10
“¿Quién te
distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te
glorías como si no lo hubieras recibido?” 1 Cor. 4:7,
“Alábete el extraño, y no tu propia
boca;
El ajeno, y no los labios tuyos”. Proverbios
27. 2
Comparto estas
citas bíblicas para entonces hacer la siguiente reflexión: Si un siervo que
hace lo que tiene que hacer se define a sí mismo como “Inútil”, ¿Cuál sería el
calificativo para el que no cumple? Estimo que sería “Menos que inútil”. Pero la
palabra “inútiles” es una expresión de modestia y humildad personal y no significa que su servicio no valía, sino
que nunca podría ser “excesivo” o digno de alabanza especial sino es un servicio más allá del deber.
¿Por qué esperar
alabanza por hacer lo que tenemos que
hacer? ¿Nuestra disposición de servir, depende de la actitud del amo?¿Debe uno
exaltarse a sí mismo por sus logros?
Desde luego, Jesús,
como nuestro Amo, es muy benévolo y bondadoso hacia nosotros. Nosotros, por
nuestra parte, debemos evitar la jactancia. Por fieles que seamos, no es
posible poner a Dios bajo obligación a nosotros, nadie tiene forma de “pasarle
factura a Dios”. No tenemos ninguna razón para ser orgullosos; todo lo que
tenemos, o somos, es debido a la gracia abundante de Dios.
JESÚS NOS DA EJEMPLO.
Uno de los hermosos ejemplos de Jesús como un
siervo es cuando se ciñó una toalla, tomó un recipiente con agua y se inclinó a
lavar los pies de sus discípulos. Aún más de cara al futuro, continuará dando ejemplo: Dios mismo se convertirá en “siervo” y
servirá a los miembros de su casa que estén atentos, vigilando y esperando, con
una fe viva, el retorno del amo. “Bienaventurados aquellos siervos a los cuales
su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá y hará
que se sienten a la mesa y vendrá a servirles” (Lucas 12:37).