"Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y enterrado,escribe cosas dignas de leerse, o mejor aún, haz cosas dignas de escribirse... - Benjamin Franklin


miércoles, 30 de septiembre de 2020

CUANDO CREZCA, QUIERO SER CONSULTORA

 


Más de una vez me he escuchado a mí misma decir: “Cuando sea grande, quiero ser consultora”.

Más de una vez también me he preguntado: ¿Por qué las instituciones  están dispuestas a pagar cuantiosas sumas de dinero por el consejo de asesores externos, cuando al parecer tienen a bordo  gente con sobrada experiencia y competencia en el negocio? ¿Cómo se le solicitan servicios de asesoría a un tercero a pesar de que el consultor contratado desconoce la dinámica interna de la organización, los detalles de las operaciones diarias y la cultura que tarda años en tomar forma y arraigarse en una empresa?  Y escucho la queja de los internos: “Ellos vienen (los consultores), nos toman tiempo en entrevistas, tenemos que responderles montón de preguntas, buscarles documentos, pasearlos por todas partes para que observen nuestras acciones, hacer las tareas que nos dejan, y luego leer y revisar sus informes y sus recomendaciones... usted piense que más…

Dice el proverbio que “quien está en la selva no ve los leones”. Necesitamos a los consultores por una diversidad de razones:

a)   Para mejorar desempeño ( aunque la institución tenga niveles satisfactorios en este orden)

b)   Para actualizar planes, procesos o iniciativas que la gerencia no tiene tiempo de detenerse a realizar.

c)    Para facilitar procesos de planificación estratégica, sirviendo de catalizadores para integrar, refinar y compilar los aportes de cada uno de los individuos y áreas funcionales de la organización.

d)   Para desaprender culturas y  descontinuar prácticas que pueden estar enraizadas en la organización y que llegan a causar que esta se estanque y no tenga la facilidad de reinventarse, de “pensar fuera de la caja”.

Lo ideal es que un consultor tenga recorridas algunas millas más que los asesorados, que haya estado “en sus zapatos”.  Sin embargo, la experiencia nos ha enseñado que en algunos casos, el camino trazado bajo la asesoría de un consultor externo es un camino errado, y nos damos cuenta tarde, cuando ya no hay “garantía” del servicio prestado, y la responsabilidad por los resultados queda sobre los hombros de los líderes de la organización. Talvez no les dimos  los insumos correctos para realizar su diagnostico y recomendaciones. Tal vez nos han traído una formula enlatada que venden en cada esquina y con poco de  Copy-Paste nos entregan un traje que parece hecho a medida… y tarde nos damos cuenta que ese traje nos queda mal…

Quizá sería bueno antes de decidir solicitar un consultor para un proyecto, nos conviene avanzar el trabajo que él haría, con preguntas reflexivas como:

¿Cómo y dónde debe estar mi organización en dos/tres años?

¿Qué debo “yo” lograr en este año?

¿Cómo voy a hacer que ese logro ocurra?  (Ejecución de las metas)

¿Dónde puedo encontrar a otros que hacen algo similar, especialmente aquellos que lo están haciendo  bien? (Benchmarking).

¿Qué lecturas, cursos u otras oportunidades hay disponibles para aumentar mi conocimiento?

Alguien dijo que una de las cualidades  sobresalientes de un gerente debe ser contar con una mente cuestionadora y reflexiva. Esa es la facultad que da cabida al consultor: él viene a hacernos las preguntas que nosotros mismos podríamos vivir haciéndonos. Si en su dinámica está ese factor, de pronto usted ha crecido y perfectamente puede haberse convertido en el consultor, que otros esperan y necesitan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sus comentarios son bienvenidos!