Nuevas autoridades asumieron el gobierno de mi país recientemente. La ley establece que los servidores públicos, deben presentar su declaración jurada de bienes tanto al inicio como al final de su gestión. Los datos recién publicados de la mayoría de las figuras de interés en el saliente y nuevo gobierno se han hecho virales. La sorprendente riqueza que algunos funcionarios han declarado contrasta con la extrema pobreza de muchos de los votantes que los eligieron. Los comentarios en las redes sociales en muchos casos, cuestionan de dónde, cuándo y cómo se obtuvieron estas fortunas.
Si bien esta es una ley
que busca el fortalecimiento de la
institucionalidad y la transparencia, pone de manifiesto algunas realidades que
tal vez pensamos son estereotipos:
ESTEREOTIPO 1: EL RICO NO
TIENE QUE TRABAJAR
El pobre que, con pocas probabilidades de hacerse rico, sueña con
ganarse la lotería para si lo logra “¡no dar un golpe más!” (No tener que trabajar). Ese pobre, cuando oye que gente con tanto
dinero se afana tanto por llegar a una posición de estado que implica trabajo
intenso y mucha responsabilidad se pregunta ¿Para qué coger tanta lucha cuando
ya se tiene todo el dinero del mundo y un poquito más?
ESTEREOTIPO 2: NO SE PUEDE
PONER A UN POBRE A ADMINISTRAR RIQUEZAS
Esta construcción mental desliga el carácter ético y los valores del
ser humano de su condición socioeconómica. Valida que la persona rica es la
idónea para administrar los cuantiosos recursos que implica el presupuesto de
un país, mientras asume que las carencias del pobre harán irresistible la
tentación de robar y corromperse. El
ciudadano pobre pero honrado se siente ofendido con tal estigmatización. Hay gente cuyo honor es más grande que su
carencia.
¿QUE BUSCA EL SER HUMANO EN REALIDAD?
¿Qué mueve a la gente más allá
del dinero y la satisfacción de necesidades cuando de trabajo se trata? ¿Qué
hace a un multimillonario tener la disciplina de levantarse y estar al frente
de sus negocios antes que sus empleados? ¿Qué hace a un rico empresario
enfrascarse en una batalla electoral implacable? La respuesta, el poder. Los
analistas de la conducta humana han documentado ampliamente el tema de la motivación
humana y la tesis es que, trascender, lograr, saciar en alguna medida esa “sed
de importancia” , hace del dinero solo un medio para ello, no un fin en sí
mismo.
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