¿Cuáles cosas hacen la
diferencia entre los líderes que fracasan y los que tienen éxito? En lo que he
leído al respecto hallo un terreno común
y con frecuencia estos elementos que se
traducen en fallas:
1.
Insensibilidad
2.
Apatía y frialdad,
3.
Ambición desmedida
4.
Traición a la confianza
5.
Sobre-gerenciar.
Mientras son actitudes no
deseables, algunas de ellas pueden ser parte de nuestro temperamento. Nuestro estilo
de liderazgo puede causar
incontables conflictos y estrés entre
nuestros subordinados y colegas. Es necesario
estar conscientes de cómo nuestro estilo de liderazgo está muchas veces
impulsado por nuestro temperamento o personalidad y cómo los problemas con nuestro
equipo pueden surgir a menos que examinemos
como nuestro estilo los afecta.
Un ejemplo es el tipo de
personalidad definido por el test DISC como “Director”. Este perfil de líder
suele ser autoritario y exigente, le gusta
estar a cargo, quiere ir directo al
punto, es impaciente y poco tolerante, poco o nada empático respecto a los sentimientos de los demás.
Inconscientemente puede decirse a sí mismo: “esta es mi forma de ser, y mi
gente debe aceptarme y conformarse a como soy y como lidero”. Es líder recibe una “obediencia” por miedo más
que por compromiso. Este perfil se apoya en que su estilo lo hace ser efectivo
en resultados, aunque sabe, que no es exitoso en todo, y no todo el tiempo, e ignora el costo de tener subordinados infelices.
Cuando se trata de gestionar
personas profesionalmente, socialmente e incluso espiritualmente, hacemos “click”
con algunas personas, como se dice, hacemos buena química. Pero lo opuesto también ocurre: Hay un sentir
de dificultad en nuestras interacciones con algunos colaboradores o colegas, y
debemos buscar las razones para esos “no
tan cómodos relacionamientos”.
Un paso sabio es aplicar la
regla de oro (Trata a los demás como deseas ser tratado). Pero necesitamos ir
más allá. Este enunciado siempre da por sentado que el otro quiere ser tratado
como “yo” soy tratado, y no necesariamente es así. El criterio entonces podría
ir hasta: “Trata a los demás como ellos quieren ser tratados”, no como yo
prefiero. Eso requiere que, no solo
entendamos sus temperamentos, sino que
analicemos cómo el nuestro puede suavizar o endurecer nuestra interacción. Entender el estilo de
trabajo de nuestros colaboradores, entender como algunas combinaciones de
temperamentos y personalidades pueden causar tensiones, y aprender cuándo
debemos poner especial atención y ser flexibles. Buscar esas vías de
entendimiento toma tiempo, pero rinde
sus frutos. Es un reto más para el líder que crece, que sabe que puede
mejorar en su rol y que está dispuesto a
salir de su zona de confort hacia el terreno de tener un equipo de verdaderos
aliados dispuestos a dar el máximo de potencial.
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