Me encanta ir de compras. Es un recreo en mi agenda,
que usualmente está concentrada en vida
hogareña/familiar, trabajo constante y actividades de la
iglesia. Trato de llegar a las tiendas con una determinación:
Tengo un presupuesto que respetar, y un nivel de autoindulgencia que
restringir. A veces, en medio de la disyuntiva de comprar
o no comprar ciertas cosas, cedo a la tentación de quebrantar mi
propia política.
Por eso, hay que hacerse consciente de un posible
desafío a superar: Las compras compulsivas. Es un comportamiento caracterizado
por la necesidad irresistible de comprar objetos o bienes de manera impulsiva y
sin una planificación previa. Este tipo de comportamiento puede ser
problemático y llevar a dificultades financieras, estrés emocional y otros
efectos negativos en la vida de una persona.
Hay que analizarse a sí mismo y entender las razones
que puede haber detrás del comportamiento: Analistas de la conducta citan
algunas:
Impulso emocional: Las compras pueden ser una forma de lidiar con el
estrés, la ansiedad, la tristeza o el aburrimiento. Comprar algo nuevo puede
brindar una sensación temporal de satisfacción o alivio emocional.
Gratificación instantánea: El acto de comprar y obtener algo nuevo puede
liberar dopamina en el cerebro, lo que genera una sensación de recompensa y
satisfacción. (Ojo, puede derivar en una adicción).
Influencia social y publicidad: La publicidad y las redes sociales pueden crear una
presión para comprar productos o seguir tendencias, lo que lleva a compras impulsivas
para ajustarse a ciertas normas sociales o sentirse parte de un grupo.
Factores culturales y familiares: El ambiente en el que se creció y las creencias
culturales pueden influir en el comportamiento de compra de una persona.
Dificultad para resistir tentaciones: Algunas personas tienen una baja capacidad para
resistir el impulso de comprar cuando se les presenta la oportunidad.
En este sentido, me recuerdo a mí misma un texto de la Biblia que
dice: Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos
de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene
del Padre, sino del mundo (1 Juan 2:16). Siempre
habrá mucho nuevo que ver y que comprar, y que no necesito o no puedo pagar… hay
que tomar y dejar.
Para manejar las compras compulsivas, es fundamental
tomar medidas para cambiar el comportamiento y desarrollar hábitos de consumo
más saludables.
Si tememos que es un problema, puede que ya lo
sea. Hay que admitirlo y disponerse a corregirlo.
Como dije al inicio a mí me ayuda, el establecer un
presupuesto y hacer listas de compras antes entrar a las tiendas.
Identificar desencadenantes emocionales:
Reflexiona sobre las emociones que pueden estar llevándote a comprar
impulsivamente y busca alternativas saludables para manejar esas emociones.
Algunos recomiendan limitar el acceso a compras
impulsivas, eliminando las aplicaciones de compra o desactivando las
notificaciones de ofertas.
El manejo de las compras compulsivas puede llevar
tiempo y esfuerzo. Hay que ser paciente consigo mismo y buscar apoyo cuando sea
necesario.
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