“…Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: ‘Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.’” Lucas 17:7-10
Me quedé pensativa cuando un entrevistador
preguntó a un respetado pastor y predicador cómo quería ser recordado. Sin
titubear, respondió: “Como un siervo de Dios”. Una respuesta sencilla que
contrasta con el enfoque de muchas celebridades hoy día, quienes exhiben su
caridad y proclaman estar “haciendo algo bonito para Dios”.
Cuando los discípulos pidieron a Jesús que
aumentara su fe, Él respondió con una parábola que puede parecer dura. En ella,
un siervo, después de un arduo día de trabajo, no recibe agradecimientos ni
privilegios; simplemente cumple con su deber.
Este mensaje no defiende la esclavitud ni compara
la relación empleado-jefe. Más bien, Jesús nos llama a examinar nuestra
relación con Dios y nuestra actitud como sus siervos. La palabra doulos
implica entrega total y una vida rendida por completo al servicio de Dios, sin
condiciones ni reservas.
La senadora Elizabeth Dole, citada en el libro Encontrar
a Dios en Harvard de Kelly Monroe, advierte contra la tentación de relegar
a Dios a una “gaveta de archivos”, sacándolo solo cuando lo necesitamos.
Como discípulos, estamos llamados a servir con
humildad y obediencia. No buscamos recompensas terrenales, sino el privilegio
de ser parte de Su obra eterna. Hoy pidamos a Dios que nos ayude a ser siervos
fieles, recordando que nuestra mayor recompensa es escuchar: "Bien, buen
siervo y fiel."
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