Frente a la injusticia
del mundo, muchos buscan soluciones humanas: venganza, rebelión, leyes o
educación. Pero el Salmo 72 nos presenta una alternativa divina: un Rey justo,
cuya autoridad trae verdadera transformación.
Este
salmo retrata un reinado donde la justicia florece: “Los montes llevarán paz al
pueblo” (v.3), “descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada” (v.6), y
“haya abundancia de grano en la tierra” (v.16). Es una imagen de prosperidad y
bienestar generalizado, no como resultado de políticas humanas, sino del
gobierno de un rey justo.
Pero
este florecimiento no es solo material. Es profundamente moral y compasivo.
Este rey “juzgará con justicia a los pobres” (v.2), “librará al menesteroso que
clamare” (v.12), “tendrá misericordia del pobre y del necesitado” (v.13), y
“redimirá sus vidas de violencia” (v.14). El corazón de su reinado es la
protección de los más vulnerables.
Esta
es una oración mesiánica que apunta a Jesucristo. En Él se cumplen estas
promesas. Solo bajo su señorío encontramos un reino verdaderamente justo,
global y eterno. Nuestra esperanza no está en las instituciones humanas, sino
en Aquel cuyo trono es firme para siempre.
Y mientras esperamos la plenitud de su reino, vivamos reflejando su justicia, escuchando al débil, y actuando en defensa del que no tiene voz
Foto: Pixabay de uso libre.